RELATO 1 – TINTÍN

«¡Visita otros mundos… Descubre otras dimensiones… Descúbrete a ti mismo!» Un reclamo algo extraño para una atracción de feria, pensé, plantado ante aquella carpa. Pero como ya se me había pasado la edad del Gusano Loco, la noria siempre me ha dado vértigo, el tren de la bruja me resultaba patético y el tiro a los cigarrillos era un timo, pensé que allí dentro se estaría por lo menos fresquito, y me escaparía un rato del estruendo de los coches de choque. Aquel monigote del turbante que presentaba la animación me recordaba a la película aquella de Tom Hanks, Big, en la que un niño pide un deseo y se convierte en adulto. Así que entré, apartando la lona polvorienta que hacía de entrada a aquella especie de simulacro de tienda de bereber.

      El sitio no pegaba nada con la sofisticación de las demás atracciones. Era como si les hubiera sobrado un hueco y hubiera habido que llenarlo con cualquier cosa. Pero el interior era tan cutre que daba risa, o pena, según se mire.

      Entré y miré con media sonrisa y cierto aire condescendiente, como si estuviera haciéndole un favor con mi visita, a un enano con larga barba blanca de faquir, pantalones tipo Aladino y babuchas, todo tan falso que parecía salido de cualquier chino de barrio.

      —Sed bienvenido, sire. ¿Qué mundo desea explorar? —me preguntó el hombrecillo haciendo una ligera reverencia.

      Titubeé un poco, sin abandonar mi sonrisa de qué-estoy-haciendo-aquí, pues al fin y al cabo no tenía ni la más remota idea de lo que ofrecían, pero inmediatamente se me adelantó aquella especie de minisultán de carnaval barato, abriendo los ojos como si hubiera visto a la diosa Shiva a través de mi mirada:

      —¡Lo sé! ¡Lo veo! ¡Veo lo que necesita…! —exclamó abriendo sus bracillos de par en par, y abriendo con esfuerzo una mugrienta y pesada cortina roja chillón.

      —¡Por favor sire, pase a esta sala y espere cómodamente! ¡No se arrepentirá! —dijo cerrando a toda prisa aquel cortinón.

      La sala era tan cutre como la anterior, pero más oscura, iluminada por unas pocas velas. Al fondo, un niño miraba un viejo aparato de televisión sentado en una sillita de paja y madera azul.

      —Hola —le dije.

      El niño me miró sin responderme, solo como para avisarme de que se había percatado de mi presencia, sonrió y volvió a fijar la mirada en la televisión.

      —A mí también me gustaban mucho los payasos —dije al ver que estaba mirando un espectáculo de circo, y buscando un tema de conversación.

      —Lo sé —dijo él.

      De pronto se me helaron las venas. Él se dio cuenta y me volvió a mirar, sonriendo, como para tranquilizarme. El niño estaba viendo a Gaby, Fofó, Miliki y Fofito; y aquel era un aparato de televisión en blanco y negro; y aquel… aquel niño…

      Tratando de recuperar la respiración, dije lo primero que se me ocurrió:

      —¿Có… cómo estás?

      —Él se giró hacia mí, con sus piernecitas colgando de su sillita. —¿Y tú? —me respondió.

      —Pues… sorprendido. ¿Tú no?

      —No.

      —¿Me… me esperabas?

      Se encogió de hombros y bajó de la sillita.

      —Tengo que irme a merendar y a jugar con mis amigos.

      —¿Tienes muchos amigos? —le pregunté, en un intento de pasar más tiempo con él.

      —Sí, juego con ellos al monopatín, y al burro, y a las chapas.

      —Lo sé —le dije yo también. Me sonrió.

      —¿Vas a merendar galletas Chiquilín con Cola Cao? —le pregunté, con sonrisa cómplice.

      Él no respondió, pero me devolvió la sonrisa cómplice.

      —¿Ya te tienes que ir? ¡No te vayas, por favor, aún no!

      —Me gusta jugar con mis amigos. Es muy divertido —me respondió.

      —Pero me gustaría decirte tantas cosas…

      —No importa, ya las sabré.

      —Pero… tienes que… ten cuidado con…

      —No tienes que preocuparte por mí.

      —Pero… la vida… ¿sabes? A veces…

      —No importa.

      —Yo solo quiero cuidar de ti… Quiero que te vaya bien…

      —Por eso tengo que ir a jugar, tengo que divertirme mucho mucho… Tú ya no te diviertes.

      Salió sonriente por una puerta que daba quién sabe adónde. Y yo salí de aquella carpa, lleno de confusión, de dudas, y, sobre todo, de remordimientos.

 

COMENTARIOS:

– No he entendido nada 🤔
– «Tu ya no te diviertes», un grande.
– Original y muy bien escrito.
– Muy bonito, pero se me queda corto el diálogo con «el niño». Es verdad que son solo 700 palabras, pero quizá deberías haber ahorrado algunas en la primera parte. Ya sé, es fácil desde fuera. De todas formas está muy bien 👍
– Historia muy original. He disfrutado leyéndolo!

 

RELATO 9: MAFALDA

Visita otros mundos cada vez que se va a dormir, pero no porque tenga una rica imaginación y unos sueños maravillosos, ojalá fuera por eso. Estos mundos son visibles, tangibles (algo no recomendable sin el uso de guantes de protección) y, sobre todo, olorosos.

      Rigoberto era el padre y señor de estos mundos que se encontraban, concretamente, en su mesilla de noche, y eran tantos como cajones tenía la susodicha, es decir: tres.

      Rigoberto era un hombre previsor, ya que jamás se iba a la cama sin un vaso de agua y un alfajorcito, por si le entraba el hambre o la sed de madrugada, pero no era un hombre de ciencia. La aparición de esos mundos de cajón fue producto del azar, nunca fue intención de Rigoberto convertirse en el creador de nuevas formas de vida.

      Rigoberto, además de previsor y obrador de milagros, era un tanto cochino. Tenía mala costumbre de «ordenar» y «limpiar» escondiendo. «Ojos que no ven, corazón que no siente» era probablemente su refrán favorito. Y precisamente así empezó todo.

      Las noches de pesadilla, Rigoberto se despertaba súbitamente y recurría al alfajorcito para calmar su malestar, pero luego no le apetecía levantarse, pisar descalzo el frio suelo y atravesar el terrorífico pasillo de su casa para deshacerse del papel del dulce y las migas. Tampoco quería dejarlo sin más encima de la mesilla. Optó por lo fácil, que era abrir el primer cajón de la mesilla y empujar los restos dentro.

      A los pocos días, una colonia de hormigas se instaló en ese cajón. No pagaban alquiler, y además eran buenísimas deshaciéndose de las migas de alfajor. Con los envoltorios empezaron a construir monumentos abstractos con los que adornaban las rotondas. Rigoberto alucina con el arte hormiguil.

      Las noches de frío, Rigoberto utilizaba un saquito de semillas para calentarse los pies, pero no le gustaba la idea de andar pateando el saquito toda la noche, por lo que antes de dormir, cuando ya tenía los pies a la temperatura normal de un ser vivo, arrojaba el saquito en el segundo cajón.

      Quizá fue el contacto de los gérmenes de sus pies con las semillitas del saco, pero sin saber cómo, a las pocas semanas empezaron a crecer arbolitos en miniatura. Rigoberto flipa con la variedad botánica.

      Y una vez, solo una vez, Rigoberto pensó que sería buena idea guardar una palangana en el tercer cajón por si tenía muchísimas ganas de ir al baño, pero muy pocas de ir hasta el propio baño. Y una vez, solo una vez, Rigoberto hizo uso de esta palangana.

      Pero ahí se la olvidó. Un mes después, se había creado una pequeña forma de vida suburinaria avanzadísima, con flora, fauna y seres capaces de construir estructuras arquitectónicas complicadísimas.

      Rigoberto está fascinado con estos mundos. Ya ni siquiera abre Netflix antes de dormir, se limita a abrir los cajones de su mesilla.

 

COMENTARIOS:

 

– Sí, otros mundos existen a nuestro alrededor.
– Muchos puntos por creatividad y calidad de la escritura 👍
– Cochino mundo!!
– Genial! Enhorabuena! Las aventuras de Rigoberto merecen una serie aparte! 😄👍
– Me encanta, la descripción de pequeños mundos que se crean y que forman parte de nuestros espacios cotidianos. 
– Buen relato…¡¡¡pedazo de cerdo!!! 🐷

 

RELATO 4 – PROFESOR COJONCIANO

 

«Visita otros mundos, no te quedes solo con este», rezaba el cartel del escaparate de la agencia de viajes que había cerca del cole. Ojalá hubiera podido dejar este mundo, aunque solamente fuera por un rato, para disfrutar de su infancia como hacía el resto de niños de su clase. Solamente era como los demás cuando atravesaba las puertas del Miguel de Unamuno y se sentaba en el aula a escuchar la voz aterciopelada de la señorita Dori. No le hacía ascos a nada: las matemáticas parecían abrirle las puertas a un universo maravilloso y sobre todo silencioso, donde podía habitar sin que nadie le molestara durante los 45 minutos que duraba la clase. La Biología le despertó un amor incondicional a la naturaleza y en concreto hacia los animales, que no abandonó jamás. Pero era en la clase de Lengua y Literatura donde Manu parecía haber encontrado su verdadera vocación, y la seño, que se había dado cuenta, le dejaba libros para que leyera en casa aunque no formaran parte del programa de ese curso. Y fue gracias a Mark Twain, Jack London y por supuesto a Juan Ramón Jiménez y Platero, por lo que creyó por primera vez que sí que era verdad que había otros mundos y que él los podía visitar.

      Luego, en casa, solía acurrucarse debajo de las mantas, con una vieja linterna para leer tranquilamente después de haber terminado los deberes. Su madre entraba a llevarle un Colacao calentito después de haber recogido la cocina, y ese era el mejor momento del día, siempre que… su padre no volviera a casa con dos (o tres o cuatro…) copas de más y empezara a dar voces, empujones y guantazos. Esto ocurría cada vez con más frecuencia y tenía mucho miedo de que un día matara a su madre. Pero no lo podía contar, porque así se lo había pedido ella. Así que el día que llamaron de la Comandancia de la Guardia Civil para comunicarles que Manuel Rodríguez Artero (así se llamaba el monstruo) se había visto envuelto en una pelea callejera y que como consecuencia de ella estaba en coma en el hospital, no lo sintió mucho, la verdad. Quedó postrado en una silla de ruedas para el resto de su vida y su madre lo cuidó con tanto amor y cariño como se cuida a un bebé recién nacido.

      Lo sacó de sus recuerdos la voz de Arturo Pérez Reverte anunciando que la novela ganadora del Planeta de este año era Visita otros mundos, escrita por un «hasta ahora desconocido profesor de instituto, pero del que seguro vamos a seguir oyendo hablar… bla… bla… bla». Miró a su madre, sentada a su lado, y con los ojos empañados de lágrimas pensó: «nada de esto hubiera sido posible sin ti, que me protegiste del monstruo». Y le apretó la mano tan fuerte que notó sus finos huesecillos debajo de la piel.

 

COMENTARIOS:

 

– Conmovedor ❤
– Muy bueno! 👏
– Leer te hace libre 📚
– Bravo, muy bien escrito y contado. Quizá le falta un poco de… no sé, de algo 😉

 

RELATO 11 – LADY X

 

Visita otros mundos cuando en plena tarde de verano, en chanclas y pantalones cortos, se refugia en el fresco del rellano de la entrada del portal del bloque donde vivimos, y sentada en las escaleras de mármol fresco junto con su amiga pilar, llenan todo de cáscaras de pipas. Están una al lado de la otra, instaladas en un silencio impenetrable e hipnotizador, solo interrumpido por la ocupación del descasque y por algunas moscas que zigzaguean nerviosas de un lado para otro queriendo encontrar una salida al exterior que nunca encuentran, y que chocan con el cristal de la puerta de la entrada sin cesar. Las moscas, aunque muy cojoneras, no consiguen alterar aquellos cuatro ojos perdidos en el infinito. Me pregunto cómo no se les caen los labios de la sal.

      Mi hermana también visita otros mundos cuando comemos en familia y a menudo se llena la boca al máximo de espaguetis con salsa de tomate y, bloqueada, dejando de respirar, se concentra en ese único espagueti que le cuelga del labio inferior, al que deja sobresalir exageradamente, como para sujetar el espagueti que cuelga del precipicio, y así, en este estado, no hace nada durante varios segundos. Supongo que por el dilema mental que la ocupa, respecto a cuál es la decisión más conveniente: si cortar el espagueti con los dientes lo antes posible, si intentar absorberlo masticando y tragando lo que tiene en la boca al mismo tiempo, o si intentar aspirar con todas sus fuerzas para que se coloque dentro con los otros a la fuerza y entonces comenzar a masticar para tragar y equilibrar la masa lo antes posible, mientras se le saltan los ojos. Los espaguetis con salsa de tomate son su comida preferida. Tiene otros momentos en los que se va a otros mundos entrando en una especie de trance. A veces lo hace mientras le estoy hablando en el parque, sentadas en el césped. Coge una rama de algo y se pone a golpear la punta de su zapatilla Converse. Me doy cuenta de que se ha ido porque mientras le hablo, emite un sonido repetitivo con la intención de mostrarme que me está escuchando y que entiende lo que digo, pero la pillo enseguida, porque continúa haciéndolo aunque no tenga ningún sentido lo que le cuento. Entonces continúo inventándome historias mientras me fijo en su mirada perdida, esperando su regreso. Cuando vuelve se sorprende al verme, sonríe y nos quedamos en silencio. En realidad envidio sus escapadas y la paz y serenidad que hay en sus ojos.

 

COMENTARIOS:

 

– Conmovedor ❤
– Muy descriptivo y bien hilado 👍
– Hay mucha descripción pero poco argumento 😐
– Más una descripción que un relato. Aunque la idea es bastante buena, las frases excesivamente largas cortan la narrativa 😉
– El mundo del ensimismado 
– Genial! Me encanta tu forma de describir las acciones, te las puedes imaginar perfectamente. Esas moscas chocando contra la puerta… Tienes un estilo propio, todo un género literario del absurdo y el surrealismo. Mi más sincera enhorabuena quien quiera que seas. Espero que quedes muy bien esta semana 👏😀

 

Sarah

… Ella no quería irse, pero su tiempo en este mundo se le acabó y ahora le tocaba visitar otros. …

Olafo

… ¿Qué prefieres? ¿La muerte o el temor de seguir viviendo? …

Luky

… en cierto modo me sorprende y a la vez envidio ese mundo que les llena tanto, que les deja sin deseo de nada más. …

Luky

 … Yo comparo los mundos con las bibliotecas. Puedes entrar en muchas y salir tal cual. O te puedes quedar en una y leer sus libros. …

Jeremías

… No hay nada como una buena campaña publicitaria, nada como minar el espíritu de la gente desde que se levanta bombardeándola con malas noticias y predicciones catastrofistas, para que se sienta vencida, no solo convencida. …

Mafalda

… Con los envoltorios empezaron a construir monumentos abstractos con los que adornaban las rotondas. Rigoberto alucina con el arte hormiguil. …

Mafalda

… Quizá fue el contacto de los gérmenes de sus pies con las semillitas del saco, pero sin saber cómo, a las pocas semanas empezaron a crecer arbolitos en miniatura.  …

Lady

… solo interrumpido por la ocupación del descasque y por algunas moscas que zigzaguean nerviosas de un lado para otro queriendo encontrar una salida al exterior que nunca encuentran, y que chocan con el cristal de la puerta de la entrada sin cesar …

Lady

… se concentra en ese único espagueti que le cuelga del labio inferior, al que deja sobresalir exageradamente, como para sujetar el espagueti que cuelga del precipicio, y así, en este estado, no hace nada durante varios segundos. …

Lady

… Me doy cuenta de que se ha ido porque mientras le hablo, emite un sonido repetitivo con la intención de mostrarme que me está escuchando y que entiende lo que digo, pero la pillo enseguida, porque continúa haciéndolo aunque no tenga ningún sentido lo que le cuento. …

Tintín

…  inmediatamente se me adelantó aquella especie de minisultán de carnaval barato, abriendo los ojos como si hubiera visto a la diosa Shiva  …

Tintín

… Por eso tengo que ir a jugar, tengo que divertirme mucho mucho… Tú ya no te diviertes. …

RELATO 1 – L. LAWLIET

 

Visita otros mundos, ven, disfruta, déjate llevar, prueba la salsa prohibida, sal de tu zona de confort y baila, baila mucho. Vamos a jugar a un juego, yo pongo la música, tú la alegría. Cógeme de la cintura y, al ritmo de la salsa más caliente, salgamos de este mundo y viajemos a otro lugar. Las maracas endiabladas suenan, las congas marcan el ritmo infernal y el piano nos marca la melodía a seguir. Gracias, contrabajo, por mantener el tempo de nuestros pies mientras sudan nuestros cuerpos.

      Y del sudor a la pasión solo hay un paso. Vestidos, todavía, nuestros cuerpos se funden en un solo ser que, sin presión alguna, golpea tu culo suavemente mientras nuestras manos conocen las curvas de tu cintura. Visita otros mundos, viaja a la subcultura de la ciudad, nada en un mar de música, conoce a desconocidos y, sobre todo, conóceme a mí. Nos llama el fuego de la chispa que empezó con la última canción, irresistible, al compás del son cubano. Las trompetas empiezan a mitad de la canción, pero más te empezaría yo a ti. Mi pecho aprieta tu espalda y tus piernas no dejan de moverse junto a mis pies, que dejan el espacio suficiente para que los tuyos entren en terreno desconocido, pero libre. Libre de ataduras y de juicios, en un ambiente donde todos te ven, pero nadie te interpreta.

      Ven, cógeme la mano y vayamos a otro lugar, deja que el estrés de tu trabajo desaparezca, deja que cuide de ti, por lo menos esta noche, y luego ya veremos. Visita otros mundos, acompáñame a mi apartamento y bailemos en la sala de estar. A nadie le importa el vecino de abajo, que se joda, no es nuestra culpa que no tenga vida. Aunque sean las 2 de la noche, cógeme la cara y mírame con tus ojos, esos ojos que ven mi boca salivar al ver tu cuerpo de locura. Los míos, en cambio, lanzan una mirada penetrante que hacen que tú te derritas por dentro. Quítame la camiseta, que la tuya ya está por los suelos, bésame el cuello, que tus orejas ya conocen mi lengua, deja que te baje el pantalón, que el mío se perdió por el pasillo.

      Vamos a ser sucios esta noche, dejemos los prejuicios a un lado y hagamos lo que siempre hemos soñado. Gocémonos estos dulces casi prohibidos, seamos egoístas y disfrutemos nuestros cuerpos. Dibujemos nuestras siluetas recorriendo nuestros cuerpos con los dedos, conozcámonos por dentro antes de saber quiénes somos por fuera. Venga, búscame y me encontrarás, hagamos de esta noche una oda a la sexualidad. Brindemos por la alegría y juguemos a ser traviesos. Ya en el sofá, pintemos todas las posiciones y hagamos guarrerías, que hoy toca. Déjate llevar, vuela, siéntete libre, conmigo. Así, sigue así, dame más, dámelo todo, que los dos sabemos lo que ambos necesitamos. Por Dios, cómo haces eso, que me transporta a otra dimensión, no, no pares, pero no te descuides, que también yo tengo algo nuevo para ti. Te gusta, ¿eh? Es exactamente así como lo querías, no me lo habías dicho, pero me lo habías bailado. El vapor del sudor empaña nuestros ojos, que se nublan de fogosidad. Vamos, que ya casi hemos llegado a nuestro destino, solo un poquito más. Así, sigue, dámelo todo, y yo te daré algo aún mejor. Hmmm, qué rico, me encanta lo que haces, y se nota que te gusta lo que hago.

      Ahora la música ya ha cambiado, no son los instrumentos musicales, sino nuestros gemidos y sonidos naturales. La banda sonora la ponemos nosotros, al ritmo de nuestros cuerpos chocando. Qué calor, joder, y qué gusto nos estamos dando. Entre besos y apretones, dejamos caer alguna que otra palmada en nuestros culos. Sí, agárramelo fuerte y apriétame contra tu cuerpo, deja que nos encontremos en el camino. Vamos a llegar juntos al clímax y entonces, solo entonces, habremos visitado un mundo nuevo.

COMENTARIOS:

 

– Cliché 😑
– Sabrosón! 😁
– Parece un anuncio de Bacardí por Bigas Luna
– El calentón de la salsa 
– Algunas frases de gran calidad, otras bastante flojas.
– Me confunde un poco la mezcla de tono poético y sensual con las palabrotas 😐
– Uy! menos mal que siempre tengo el satisfyer a mano 🥒

 

RELATO 2 – SARAH’S SCRIBBLES

 

Visita otros mundos. Cuando se fue me enfadé mucho, no entendía por qué se había marchado así, sin despedirse de mí, sin poder volver, aunque no fuese culpa suya. Ella no quería irse, pero su tiempo en este mundo se le acabó y ahora le tocaba visitar otros. Quizás volvamos a encontrarnos en alguno de esos mundos dentro de mucho tiempo, pero ya nunca volverá a este. Por eso no ha venido hoy a mi cumpleaños. La echo mucho de menos.

      Al soplar las velas he deseado poder verla una vez más para despedirme, porque la última vez que la vi no le dije cuánto la quería. Pero los deseos de las tartas de cumpleaños no se cumplen. He recibido muchos regalos, mi favorito ha sido un álbum de fotos que me ha regalado papá, con montones de fotos de las dos juntas, en algunas también sale él. En muchas de ellas yo soy un bebé y no me acuerdo de esos momentos. Al ver esas fotos tengo miedo de olvidar también los momentos que ahora recuerdo, pero papá me ha dicho que el álbum es precisamente para eso, para no olvidar.

      Me encanta mirar las fotos, en ellas estamos muy felices jugando, cantando, bailando, corriendo, cocinando. Ella siempre está sonriendo, mirándome a mí o a la cámara. Hay algunas fotos en las que a mí no se me ve, porque estoy en su barriga. O eso me ha dicho papá. A mí me parece muy loco que yo estuviese ahí, no lo recuerdo, debía estar muy oscuro. Pero en esas fotos ella está guapísima, con el pelo muy largo y brillante, y una barriga redonda y muy bonita.

      Ojalá en alguno de los mundos que visita haya teléfono y pueda llamarme. Le diría que ya no estoy enfadada con ella, pero que la echo mucho de menos. Y que, aunque sé que no va a volver, yo no la voy a olvidar, porque tengo mi álbum de fotos y me encanta mirarlo y recordarla.

 

COMENTARIOS:

 

– Bien pero podía desarrollarlo más
– La frase de inicio un poco con calzador… 🤔
– Mamá, ¿dónde estás? 👩‍👧
– Quizá falta originalidad en la idea y el desarrollo es previsible 
– Conmovedor y bien escrito. Una pena que no haya integrado bien la primera frase 🤷‍♀️
– Muy bien escrito, pero la frase inicial no está bien ligada al relato, parece un título y eso infringe la principal regla 😏

 

RELATO 3 – OLAFO

 

 —¡Visita otros mundos!

      —¿Qué me dices? ¿Quieres que llame a E.T. y le diga que venga a por mí, y de paso me tome por el culo? ¿Narnia, Venus o Marte estaría bien?

      —Alfredo, como tu psicóloga he violado toda ética contigo. Te veo una vez a la semana, sesión y sexo, el mejor del mundo. Me sacaste de mi anorgasmia, no te importa mi vida privada, todo ha sido perfecto, pero como paciente me haces sentir inútil. Te pediré perdón, pero no podremos seguir viéndonos jamás. Tú tendrás que ver a un psiquiatra.

      —¡No me conoces Patricia! ¿Entonces me mandas para la mierda así no más?

      —¿Qué prefieres? ¿La muerte o el temor de seguir viviendo?

      —¡Psicóloga infeliz!

      —¿Cómo?

      Eran las siete de la noche. Desde el décimo piso del consultorio, a través de la ventana se veía el éxtasis de la ciudad. La secretaria ya había abandonado su escritorio.

      Manuel, con una fuerza descomunal, ahorca a Patricia con su mano derecha y con la izquierda silencia los sonidos del ahogo hasta que el pataleo agónico cesa en un instante. La acuesta en el sofá, la desnuda con calma, la acomoda con una dulzura espantosa… Se sienta en el escritorio de Patricia; era la primera vez que asesinaba sin un plan estudiado. Pensaba en las cámaras del edificio, en Ana la secretaria, en todas las evidencias; solo tenía claro que Ana debía  morir esa misma noche antes de la cinco de la mañana.

      Timbra el citófono; no contesta. Pasan diez minutos. Timbran en la puerta; se queda quieto con la adrenalina disparada. Al otro lado de la puerta, la voz de un hombre grita: —Patricia, ¿estás ahí?

      Manuel sale a la sala de espera, cierra la puerta del consultorio y abre la principal encontrándose con un hombre robusto. Lo saluda:

      —Mucho gusto, soy paciente de Patricia, ¿usted?

      —Hola, soy Enrique, vengo por ella.

      —Sí, sí —entró al baño para arreglarse—. Yo ya estoy de partida, disculpe usted, entro al consultorio por mi abrigo.

      Manuel descansa al saber que Enrique se sienta y no lo sigue. Sobre el escritorio hay un adorno austriaco, una bola de cristal que simula una nevada alpina. Manuel se pone su abrigo, coge el adorno, pone su mano atrás sujetándolo con fuerza y se dirige hacia Enrique, que lee una revista, y como un relámpago le da un golpe seco en la cabeza que le rompe el cráneo, matándolo instantáneamente. Con la misma velocidad, Manuel se pone unos guantes que están posados en una minicocina que tiene el consultorio, arrastra a Enrique y lo pone en el piso al lado del sofá donde está tendida Patricia. Por suerte, toda la sangre que emana de la cabeza cae hacia la cara y el cuello, inundando frontalmente la camisa y el saco del vestido, y no deja rastro de sangre en el camino de la sala de espera al consultorio.

      Lo desnuda de la cintura para abajo, le afloja la corbata, le abre un botón a la camisa y posteriormente pone a María encima de él. Agarra las manos de Enrique y las pone en el cuello de ella. Suelta una mano, la otra la deja. El adorno lo limpia minuciosamente y, posteriormente, simula el movimiento con las manos de María y lo deja caer buscando todo el realismo.

      Esculca los pantalones de Enrique, encontrando las llaves de su auto; mira la billetera y encuentra el tiquete del parqueadero. Quisiera ponerse la pinta del muerto pero no le cuadra tanta sangre. Abre el computador de la secretaria para buscar su dirección. La encuentra, la anota y, dispuesto a irse, se arrepiente de llevarse el auto de Enrique. Qué imbecilidad sería. Mira esa escena macabra por última vez sin remordimiento alguno y sale como si nada del consultorio, con una frialdad pavorosa. Al salir del ascensor, se despide del portero y parte rumbo a la casa de la secretaria en un taxi. A mitad de camino cae en la cuenta de que no es necesario matarla, y cambia de rumbo hacia un mundo de prostitutas y alcohol, entrando por una puerta forrada en cuerina blanca acolchada con espejos en forma de rombos.

      ¡Visita otros mundos! —se decía.

      ¡Suficiente con los míos, gilipollas!

 

COMENTARIOS:

 

– Tendría que ser un libro!
– Creí que iba a ser una comedia 😖
– No me encaja que la psicóloga tenga relaciones con semejante personaje 😑
– Me he perdido; ¿Quién es María? 🤪
– El asesinato con la bola de cristal es igual que en la película «Infiel» de Richard Gere. Quizá el desenlace final está resuelto un poco a la carrera? Es importante vigilar la ortografía 🤔
– No le doy 10 puntos porque el diálogo no es del nivel del resto del relato 👍👍👍
– Como idea de continuación de la frase está currada, y no está mal resuelto, algo peor los diálogos, difíciles de creer en boca de una mujer. Y la ortografía… (cesión?). También te haces un poco un lío con la mezcla de tiempos verbales. Pero no está mal 😏

RELATO 5 – MICKEY MOUSE

 

—Visita otros mundos, conecta con otra gente, explora el universo… Eres aún tan joven, hijo… —le dijo a Santi su madre el día que fue a despedirse después de decidir irse sin rumbo. Sabía que iría en busca de su amor eterno, en busca de su Romina, la mujer que amó desde que era un chiquillo.

      Para él no importaba que se sintiera atraído por otras mujeres, o revolcarse con prostitutas, él sabía que la amaba, y que su lujuria era solo parte de su hombría, algo que su padre se había asegurado de enseñarle el día que lo llevó por primera vez a aquel burdel, como hacían tantos varones de su aldea, dado que era frecuente que los chicos adolescentes pasaran por la iniciación de aprendizaje llevada por sus mismos progenitores.

      Era normal para él que después se hubiera convertido en un rito social como remedio para su aburrimiento existencial y se quedara atrapado en aquel rito de visitar burdeles y tener relaciones con putas. Allí encontró refugio y fue donde su vida cobró valor y aprendió sus mejores valores. Allí fue donde se hizo padre miles de veces, y allí fue donde su curso de declinación empezó. Aunque Santi le había jurado miles de veces a Romina que había sido cosa de borrachera y depresión, pronto ella supo que no era cierto, y lo descubriría de una manera muy humillante. Él continuaba sus visitas esporádicas a ver a sus amiguitas, y ella tenía que visitar a su médico para que le suministrara unas dolorosas inyecciones por vía yugular para eliminar la bacteria de la sífilis.

      La infección le había destruido las trompas de Falopio y los pocos ahorros que había logrado en sus cortos años. Fue en ese momento, después de su último tratamiento, cuando rompió con Santi, y sabía que tendría que poner tierra de por medio; aunque sabía que lo amaba, que sus años compartidos como su noviecito y su amante insaciable eran un puñal que se hundía cada día más profundo en su corazón.

      Sus tratamientos estaban cobrando factura y pensó inocentemente que si ella pudiera aprender a hacerlos ella misma podría ahorrarse la consulta, y de paso aprendería enfermería. Y ahí fue donde decidió montarse en la próxima flota hasta que llegara a cualquier ciudad, ahí fue donde empezó a sentir un rechazo muy intenso por Santi y se le hizo extensivo a todos los hombres, que aunque los encontraba atractivos, le parecían unos cerdos.

COMENTARIOS:

 

– Demasiado triste 😥
– Romina somos todas
– A la historia le falta sentido, falta originalidad y se repiten palabras en la misma frase 🙄
– Pues a mí me ha dicho una amiga de una prima de la hermana de la tía de mi vecina que un día conoció a un hombre y parecía majo 😁

 

RELATO 6 – PANORAMIX

 

      —Visita otros mundos, otros paisajes, otros climas, si es lo que realmente deseas. Siempre te ha hecho feliz conocer gente nueva, de culturas diferentes y lenguas exóticas, y aprender sobre sus creencias y costumbres, ¿verdad? Así que deja ya esas lágrimas, ve a recorrer el mundo y devora la infinidad de experiencias que te esperan fuera de aquí. —le anima la madre cariñosamente, nota como el llanto de su hija va cesando, afloja el estrecho abrazo y la mira a los ojos:

      —Que no te pase como a tu pobre tío Joaquín, que lleva 45 años trabajando en la fábrica del pueblo. Eterna rutina diaria, en el mismo lugar, con los mismos horarios y compañeros, salvo Manuel, que ya falleció. ¡¿Te imaginas levantarte todos los días a la misma hora, hacer exactamente lo mismo todo el día, viendo las mismas caras y escuchando las mismas historias, para luego regresar a casa a la misma hora, cenar más o menos lo mismo, y terminar acostándote a la misma hora, todos los santos días?!

      La chica abre grandes los ojos, imaginándolo. Ha dejado de llorar. Su madre ha logrado calmarla.

      — ¡¿Alcanzas a imaginarte lo vacía que resulta su vida?! Hasta su cansancio es igual desde hace 40 años. Tanto, que puedes adivinar los comentarios que hará durante la cena, anticipar sus bromas. ¡Es que es el tío más aburrido y predecible del planeta, jolines!

      La chica asiente, ya tranquilizada del todo.

      —Y sé que, aunque tú le quieres mucho, apenas le soportas, ¿verdad?

      La chica inclina la cabeza hacia un lado:

      —Pues… es que…

      —¡Es que es de-ses-pe-ran-te-men-te-so-so! —añade la madre con tono jocoso, y ambas sonríen. Pero eso sí, tienes que admitir que hoy se ve muuuy guapo con su corbata del siglo pasado, ¿verdad? ¡Ja, ja, ja! —ríe la madre, haciendo sonreír a su hija—. ¿Ves como ya te sientes mejor? Anda, ¡basta de lágrimas, cariño!

      La chica aspira profundamente y suelta un gran suspiro.

      —¿Recuerdas que de niña me comentabas «Qué raro que es mi tío, ¡no conoce ni Madrid!»? Le preguntabas por qué no se había sacado jamás un pasaporte, y él, con cara de desconcierto total, te contestaba: ¿para qué?

      La chica sonríe recordando.

      —¡Y su cara de asco cuando le sugeriste ligar por Tinder! —ahora ríen ambas, divertidas.

      —¡Sí que lo recuerdo!

      —Porque lo tuyo siempre han sido los viajes, y puedes dejar de comer con tal de ahorrar lo necesario para tu viaje anual; porque la sola idea de «estancarte» en un mismo lugar como él, siempre con lo mismo, te produce físico pánico. Por eso te aconsejo que huyas de tu «prisión de harina», y aceptes ese puesto en Singapur. ¡Hoy mismo! Sin importarte lo que digan los demás, hija, que ya estaré yo aquí para dar explicaciones.  ¡Tú no te preocupes! No te dejes enjaular por las convenciones sociales, ni te obligues a hacer nada que no te nazca de las tripas. Porque sin vocación solo lograrás ser mediocre, y esa no eres tú. Amas hacer las cosas bien, siempre te das a fondo porque desbordas de pasión, no por la fuerza de la repetición, como ocurre con los millones de panecillos que amasas y horneas a diario con tu novio el panadero…

      —Escucha mis palabras, y tu corazón… pero date prisa, que ya oigo los gritos desesperados de tu padre buscándote. No te dejes encadenar por ese anillo. Si necesitas volar, ¡vuela! Pero déjame antes ayudarte a sacarte este vestido. Entre el velo y la cola, te resultará imposible salir corriendo.

 

COMENTARIOS:

 

– Me habría gustado tener una madre así 😏
– La importancia de un buen consejo a tiempo 😉
– Me gusta mucho la idea para seguir la frase 👍❤

 

RELATO 7 – LUKY LUKE

 

Visita otros mundos, Iván, no siempre te vas a quedar aquí, haciendo lo mismo.

      —Pues eso precisamente es lo que yo quiero. Recuerdo la última vez que viajé. El primero y el segundo día estuvieron medio bien, pero al tercer día empezó a recorrerme una sensación extraña. Solo pensaba en los 200 km que me separaban de mi casa. Qué largo se me hizo ese día. Hasta la vuelta al día siguiente no descansé. Lo extrañaba todo, mi cama, mi gente, el vibrar de mi ciudad… qué digo de mi ciudad, de mi barrio. Si para mí cambiar de panadería ya es algo que no me gusta… Me acuerdo cuando se acababan los pitufos en la panadería de mi calle y tenía que ir a la de dos calles más abajo. Me sentía extraño, fuera de lugar. Yo necesito oler siempre lo mismo, reconocer el sitio, mi sitio. Se lo he dicho ya a mi madre: hay que estar atentos, y en cuanto se quede libre uno de los pisos del bloque, me lío la manta a la cabeza y lo compro. Otra oportunidad no voy a tener. Qué mal lo paso viajando. Y al extranjero eso sí que no. Si 200 km fueron para mí un trauma, no quiero pensar en viajar a 1000 km de distancia.

      Yo escuchaba a Iván y no me lo podía creer. Ese peluquero joven, alto, moreno, con esas pestañas postizas detrás de las gafas de pasta negra modernísimas, hablaba como la persona más conservadora del mundo, y es que a él no le hacían falta tantos estímulos.

      —¿Y tú Eva? —pregunto yo—. ¿Tú qué has hecho este fin de semana? ¿Has salido?

      Eva contesta, alzando la voz, casi gritando, con esa forma exagerada que tiene de decir las cosas:

      —¿Yo? Yo no he salido en todo el fin de semana. A mí no me da tiempo de salir. El sábado vino mi hermano a comer a casa con su mujer y el niño pequeño, que si no no lo vemos; luego la sobremesa, y después toda la tarde con ellos; por la noche nuestra peliculita, y mi ron Bacardí. El domingo lo dediqué entero a la limpieza, desde por la mañana. Desayuné tranquilita y luego desmonté toda la casa, que falta le hacía.

      —¿Y por la tarde no tuviste un rato para salir, para dar un paseo, con el buen día que hizo?

      —¡¿Por la tarde?! —volvió a alzar la voz con ese tono exagerado—. Por la tarde yo me tumbé en mi sofá y me di mi gran siesta, que falta me hacía. No he pisado la calle en todo el fin de semana.

      Jolín, se los veía tan felices, tan a gusto… Y yo que no concibo la felicidad sin conocer otros mundos… Para mí las vacaciones empiezan en el momento en que cojo algún medio de locomoción y me lanzo hacia algún sitio; si no, no es tiempo de ocio, ni de vacaciones. La verdad es que en cierto modo me sorprende y a la vez envidio ese mundo que les llena tanto, que les deja sin deseo de nada más.

      Salí de la peluquería con el pelo más liso que nunca. Eva me había echado una superhidratación y me lo había dejado repulido. Qué pena que esta noche fuera directamente a mi casa. Mi casa, ese sitio del que huía cada vez que tenía ocasión, que más que huir, volaba. Como decía mi madre: esta niña no para en casa, vuela a la más mínima.

      ¿Cuántos mundos he conocido en realidad? ¿Muchos? ¿Pocos? ¿Hay muchos mundos?

      Hace unos días intentaba animar a una amiga, que había generado una fobia a pasar de más de 50 km/h. Esto le impedía coger un tren, un coche en una autovía, y por supuesto un avión. Se lamentaba de no poder ir con sus hijos a Eurodisney. Yo le conté cuando conocí aquella chica en Escocia, que viajaba andando, y le hice un chistecito para desestresarla acerca de dejar que su familia se fuera y ella los alcanzara andando.

      Quiero decir con esto que el conocimiento de lo cercano, de lo que se consigue en tu entorno inmediato, las distancias que se recorren a pie, las superficies sobre las que deslizamos las manos, no hay que desestimarlas.

Yo comparo los mundos con las bibliotecas. Puedes entrar en muchas y salir tal cual. O te puedes quedar en una y leer sus libros.

 

COMENTARIOS:

 

– Fenomenal, sobre todo el final 👍
– Descripción y escritura de calidad, narrativa un poco forzada 😉🤷‍♀️
– Me gusta la idea como seguimiento de la frase, pero está escrito de forma un poco rara, como si fuera un texto oral, no escrito, como si se lo hubieras dictado al móvil y lo hubieras transcrito 🤔
– Holaa, me ha gustado mucho que hables de las personas que no necesitan ir más allá de lo conocido para estar bien. He vivido muchos cambios en los últimos meses y estoy conociendo por primera vez el placer de encontrarme en lugares que conozco bien, donde me siento casa, por todo lo que he vivido en ellos 👍

 

RELATO 8 – JEREMÍAS

 

«Visita otros mundos…» Todavía recuerdo aquel cartel publicitario de grandes dimensiones que veía todas las mañanas desde la ventana de mi despacho. ¡Qué tiempos aquellos! Ahora los recuerdo con nostalgia y mucha tristeza. Parece que siempre la tristeza sea un sentimiento que nos deba acompañar de por vida.

      En aquellos días uno estaba desquiciado con tanta rutina, con tanta mediocridad, con tanto desajuste y tanta desazón; esa falta de expectativas que nos fue cubriendo la piel; ese desafortunado pensamiento pesimista y catastrofista acerca de nuestro entorno que como una mancha de petróleo fue penetrando en nuestro cerebro, peor que un virus, peor que aquel lejano Ómicron que cuentan nuestras abuelas. Nada tenía solución. Nos habíamos cargado el planeta, nuestro planeta, con tanto consumismo desaforado, tanto egoísmo de todos y tanta responsabilidad de nadie, o de los «otros», que es todavía peor.

      Estaba al borde del colapso. Los periodos de sequía habían sido cada vez más  largos y cada vez más frecuentes, entre la tala desafortunada de grandes extensiones de bosque por intereses económicos y los incendios cada vez más graves, cabía poca esperanza, era fácil dejarse absorber por ese pesimismo generalizado.

      Algunos utópicos convencidos hacían una ardua labor intentando convencer a la masa de que todavía era posible un rescate, que no era tarde para enmendar los errores y diseñar una nueva sociedad, un nuevo modo de relacionarnos con el entorno, más sostenible, y con capacidad de recuperación. Pero para ello era necesario tener convencimiento de que era posible, que era responsabilidad de todos, no solo de los políticos, y, primordialmente, que otra manera de relacionarnos entre nosotros también era posible.

      Aun así, veíamos cada vez con más naturalidad esa posibilidad de venderlo todo, hacer borrón y cuenta nueva y lanzarse no solo a visitar, sino a habitar, otros mundos, otros planetas.

      Desde hacía ya años, el desarrollo científico y tecnológico había avanzado exponencialmente. Teníamos asumido como algo normal el autotransporte aéreo a grandes velocidades. Ahora recuerdo y me río cuando mi abuela me contaba lo que supuso para su época la revolución de los patinetes eléctricos. ¡Toda una locura! Sobre todo para los mayores, a quienes les parecía que venía el diablo avasallando por las aceras.

      Los primeros viajes de placer al espacio ya se empezaban a visualizar, aunque solo para unos pocos. Pero de ahí a esa invitación publicitaria abierta y general de visitar otros mundos había una distancia. Sin embargo, poco a poco fue calando en la sociedad. Ya no se veía como algo utópico, más imposible le parecía a la mayoría seguir subsistiendo en ese mundo que siempre conocimos y que fuimos destruyendo, agotando recursos y aniquilando biodiversidad. No hay nada como una buena campaña publicitaria, nada como minar el espíritu de la gente desde que se levanta bombardeándola con malas noticias y predicciones catastrofistas, para que se sienta vencida, no solo convencida.

      Vimos cómo la gente, en principio lejana, y cada vez más cercana, se embarcaba en esa aventura de conocer otros mundos, pero nunca nos dio por sospechar por qué nunca los volvíamos a ver. Nadie hablaba de ello.

      Aun así, con mucho esfuerzo logramos reunir el dinero necesario, vendimos todo y nos quedamos, como quien dice, apenas con lo puesto. Nos parecía una empresa seria, nos prometían un futuro brillante para nuestra hija y los descendientes, vimos la necesidad de dar ese incierto paso, y la campaña de marketing estaba tan bien diseñada que logramos entusiasmarnos y convencernos de que era la mejor opción, o más bien, nos hicieron ver que era la única opción.

      La discreción en todo el proceso preparatorio era condición indispensable para llevar todo a buen término. Nosotros, ingenuos, nos sentíamos como unos privilegiados, los elegidos.

      No sé cuánto tiempo permanecimos en esa nave, ni realmente si eran necesarios esos tratamientos de alteración de la conciencia al que nos sometieron. No sé realmente si estoy viviendo en ese planeta lejano donde tantas ambrosías prometieron, o simplemente si se quedaron con nuestras tierras, nuestra casa y todo lo que teníamos, para terminar viviendo en una reserva como los antiguos indios, donde no hay nada que se parezca ni al paraíso, ni a mi tierra, ni mucho menos a la libertad.

 

COMENTARIOS:

 

– Aburrido 😏
– La publicidad, en manos de expertos, siempre despierta en ti necesidades inexistentes
– Relato muy fluido y, aunque poco relata, es un gusto leer algo tan bien escrito 😀
– El uso de los tiempos verbales no es coherente: ahora un imperfecto, después un pluscuamperfecto… Hay frases demasiado largas y la puntuación tampoco ayuda. Al igual que el anterior, parece dictado al móvil 🤔
– Una distopía nos amenaza constantemente. Todo es posible y más fácil de lo que pensamos.