RELATO 6 – MAFALDA

 

Ese mismo día, su vida cambió para siempre al descolgar el telefonillo. Higinio ya nunca contestaba, porque sentía que ya no había nadie a quien tuviera que abrir la puerta. Cuando su esposa Anuncia vivía, Higinio tenía que ir a abrirle a través del dichoso telefonillo cada dos por tres. En el pueblo tenían la puerta siempre abierta de par en par. Anuncia estaba acostumbrada a que la calle fuera una prolongación de su vivienda y se pasaba el día entrando y saliendo.

      En la ciudad, Anuncia hacía lo mismo, pero las cosas eran algo distintas. Como para Anuncia las llaves eran una carga, prefería tomarse su tiempo enroscando la publicidad del Gadis que se encontraba en el portal, usándola de tope para poder dejar la puerta abierta. El problema era que el del bajo, que tenía complejo de Gran Hermano, no tardaba ni diez segundos en salir a cerrarle la puerta en los talones.

      Cuando Anuncia volvía, le tocaba llamar al telefonillo: tres pitidos cortos, tres largos y otros tres cortos. ¿A quién se le ocurre? A Higinio casi le da una parada cardiaca la primera vez que su mujer llamó de una forma tan peculiar, pero después se acostumbró, porque se convirtió en una cosa habitual.

      Sus hijos, por otro lado, siempre habían tenido copia de la llave e Higinio no guardaba recuerdo de que hubieran usado el telefonillo ni una sola vez. Solían entrar sin previo aviso, como si no hiciera ya 20 años que se habían independizado.

      La única persona que llamaba al telefonillo, aparte de Anuncia, era el cartero, y a ese dejó de abrirle hace tiempo. ¿Para qué iba a abrir a ese desgraciado que ya no le traía otra cosa que no fueran facturas?

      Antes, por lo menos, le traía alguna postal que Antón y Antía le enviaban desde el destino que tocase ese año en sus vacaciones veraniegas con Costa Cruceros, o incluso recibía alguna felicitación navideña de su prima Carmela, que emigró a América, se casó con un neoyorquino y adoptó sus costumbres. Ahora ya solo le escribían Iberdrola, la DGT o el Sergas y nunca eran buenas noticias.

       «¡Que le abra el del quinto, que está todo el día pidiendo paquetitos por Internet!», pensaba Higinio siempre que sentía el impulso de levantarse del sofá para descolgar el telefonillo.

      Pero ese día era el cumpleaños de Higinio, y el telefonillo sonó de una forma especial. Higinio cedió a sus impulsos y se levantó del sofá. ¿Había escuchado bien?

      Tres pitidos cortos.

      El corazón de Higinio se aceleró y caminó con dificultad hasta el telefonillo.

      Tres pitidos largos.

      Higinio puso la mano sobre el auricular antes de descolgarlo.

      Tres pitidos cortos.

      Higinio descolgó el telefonillo a la velocidad de la luz, más ilusionado que un niño en Navidad.

      —¿Anuncia? —dijo Higinio.

      —Higinio, escúchame. No te asustes  —dijo la voz al otro lado del telefonillo.

      —Pero… ¿eres tú? —tartamudeó Higinio.

      —¡Quién va a ser si no! Te llamo para felicitarte. Es que me acabo de enterar de que puedo contactar con los vivos en ocasiones especiales —dijo Anuncia.

      —¿Y no me podías llamar al fijo? —dijo Higinio.

      —Hombre, Higinio, ¿te me estás quejando de que es poco conveniente por dónde te llamo? —le reclamó Anuncia

      —¡Que no! Espérate, que voy a por un taburete y me cuentas todo.

COMENTARIOS:

 

– Joder ya está??!! Pero cuenta más por Dios que me he quedao en ascuas! 😯

– Buena idea, pero te deja en un coitus interruptus 😏

– Que riquiños 😊

– Bien armado!

– Buena imaginación, y bien expresado.

– Qué tierno!!

– Anuncia, una fenómena!! jpor eso se llama como mi abuela, otra fenómena

– Historia divertida, relato bien elaborado y desenlace original y simpático

– Bonita historia, pero me hubiera gustado algo más en el final

RELATO 4 – SARAH’S SCRIBBLES

 

Ese mismo día, su vida cambió. No tuvo tiempo para despedirse de su rutina. Ese día quiso morirse. Pero no se murió.

      Ese día tuvo que escoger la urna donde meterían a su marido después de quemarlo. Una urna que guardaría en un armario el resto de su vida porque no sabía muy bien qué hacer con ella. Sería su hija la que años después terminaría decidiendo qué hacer con dos urnas llenas de cenizas.

      Ese día tuvo que hacer muchas llamadas que le estrujaron el alma hasta dejarla sin lágrimas. Ese día tuvo que decirle a su suegra que su hijo había muerto, fulminado por un infarto. Pero su suegra ni se enteró; hacía años que no se enteraba de nada.

      Al dolor de la pérdida se sumó el impacto de la realidad sin él. No solo le dolía su ausencia, sino que no sabía vivir sin él. Literalmente. Llevaba una semana metido en el armario, dentro de su urna, cuando llegó una factura a su nombre. No supo qué hacer. No sabía cómo pagar una factura. Fue al banco con aquel papel y se echó a llorar cuando por fin la atendió una mujer de la edad de su hija. No pudo pagar la factura porque la cuenta estaba bloqueada por la muerte del propietario. Tendría que volver en unos días.

      Volvió a casa con el estómago encogido pensando en todas las facturas que le llegarían y tendría que pagar. Pensando que ni siquiera tenía un correo electrónico para recibirlas online. Pensando que en unos meses tendría que hacer la declaración de la renta y que aquello era otro misterio para ella. Pensando que no tenía dinero en la cartera para hacer la compra y la cuenta bancaria estaba bloqueada. Pensando que en cuarenta años nunca había dispuesto de su propio dinero. Que hasta para comprar el pan tenía que pedirle a su marido dos euros, aunque a veces se quedaba con las vueltas y las iba acumulando para darse algún capricho.

      Llamó a su hija para pedirle ayuda. Necesitaba dinero. Se odió a sí misma por ser una inútil. Por haber dependido durante cuarenta años de su marido y ahora de su hija. Su vida no había sido perfecta, pero era la que conocía. Le gustaba levantarse cada día sabiendo que todo estaba bajo control. Pero el control nunca lo había tenido ella.

      Cuando su hija se presentó en su casa, la encontró hecha un ovillo en la cama. Se tumbó abrazándose a ella como cuando era pequeña.

      —Mamá, ¿quieres venirte unos días a casa para no estar aquí sola?

      —No cariño, tú ya estás haciendo bastante ayudándome con todo el papeleo.

      —No me cuesta nada.

      —Si es que soy una inútil. Tenía que haberme muerto yo, que no sé hacer nada.

      —¿Pero qué dices? Papá pagaba las facturas, pero tú estabas ahí cada día. Para ir a buscarme al colegio, hacerme la merienda, llevarme al médico, curarme las heridas cuando me lastimaba, echarme la bronca cuando la cagaba.

      —No lo he hecho tan mal, ¿no?

      —Nadie lo habría hecho mejor.

COMENTARIOS:

 

– Es necesario ser independiente en todas las facetas 💪

– Ya verás que pronto te acostumbras a llevar tú las riendas, es mucho más divertido

– Historia poco trabajada, argumento facilón 😏

– Bien escrito, pero el final es un poco abrupto y no deja que la historia termine por enternecerte.

– Mi madre no era así, era mu espabilá

 

RELATO 7 – PROFESOR COJONCIANO

 

Ese mismo día, su vida cambió, sobre todo porque dejó de estar viva, y ya no sabía si a ese limbo en el que estaba se le podía llamar «vida». No le costó nada de trabajo dejar atrás su faceta terrenal, porque ya hacía mucho tiempo que se había cansado de ser una persona tan sumamente responsable, cumplidora y formal: hermana mayor de 6 hermanos a los que cuidó con esmero y excelente estudiante que se licenció Cum Laude; trabajadora abnegada y aún mejor ama de casa; ni un solo día dejó de cumplir con sus obligaciones.

      Pero eso ya quedó atrás. A partir de ese momento, lo único que le pedía al «más allá» era un poquito de diversión, todo lo que se  le había negado en su vida terrenal: juegos, risas y bromas. Así que barajó las diferentes opciones que se le ofrecían y aceptó sin dudarlo ni un segundo una, llamada «APARICIONES». Pero ojo, que no era tan sencillo, porque para poder aparecerte, antes tenías que ser invocado. Así que se sentó en un mullido sofá blanco (que resultó ser una nube) y esperó pacientemente.

      No hubo transcurrido mucho tiempo cuando recibió la primera llamada: mujer, 50 años y viuda que invoca mediante la ouija a su difunto esposo al que asestó 5 puñaladas mortales de necesidad porque no soportaba más sus pedos. Le pide que le perdone, y a pesar de que le explica que ella no es Paco, insiste e insiste hasta que al final se larga y la deja hablando sola.

      Un poco contrariada por la experiencia, se volvió a su cómoda nube con un café de la máquina expendedora y no tardó en recibir la segunda llamada: un grupo de estudiantes de instituto (edad del pavo en todo su apogeo) la invocan mediante Verónica para que les sople las preguntas del examen de matemáticas que tienen al día siguiente. Les trata de hacer entender que ha sido profesora en su vida anterior y que la «ética profesional» le impide hacer eso. La acusan de corporativismo. Al final se harta de dar explicaciones y también los deja plantados.

      A esas alturas de su vida espiritual, se empieza a dar cuenta de que no es eso lo que ella quería, así que busca las escaleras y empieza a subir hasta que llega al edificio «Las Puertas del Cielo». Allí toca el interfono y un tal San Pedro le abre sin preguntar.

      Esto ya es otra cosa, piensa. Le parece ver a lo lejos a su abuelo dando de comer a unos pajarillos, y cuando se acerca, empieza a oler la sabrosa porrusalda que pacientemente preparaban su madre y su abuela en la cocina. También reconoce a aquella gatita que tenían en casa cuando era pequeña y que un día desapareció. Ella también parece reconocerla y viene muy contenta hacia ella. Se sienta a contemplar el atardecer con una cerveza helada entre sus manos y la gata Wilma en su regazo.

COMENTARIOS:

 

– Me ha gustado mucho la originalidad del relato, hasta lo del gato. 😊🐱

– Estuvo bueno el porro. 😄

– ¡¡Me admira la imaginación de estos escritores!! 👍

– Un poco mezcla de todo

– Cerveza helada en el cielo? Suena bien.

– Una pena que los tiempos no concuerden porque entrecorta el relato.

– Una muy buena idea, quizá contada demasiado deprisa 🤷‍♀️

 

RELATO 3 – PANORAMIX

 

Ese mismo día, su vida cambió: conoció a su futuro esposo. Por fin, el destino parecía sonreír a Mariangela. Salió de la iglesia con paso firme y muy erguida, decidida a dejar de sufrir por el novio que su hermana mayor le había robado. Ella había nacido para vencer a la adversidad. Al verla salir, Sergio se enamoró de su porte triunfador.

      Este conde de la nobleza italiana, venida a menos después de la guerra, era compañero de farra de Mario, el cantante argentino novio de su otra hermana, Mimi. Listillo y hábil, Mario, quien mucho hablaba y derrochaba pero poco trabajaba, había obtenido el beneplácito del padre para invitar al conde Sergio Ruscoli a la boda, pues le urgía encontrar un nuevo «patrocinador» de su holgazanería. Cantar para los novios era un regalo que le costaría poco, y la excusa perfecta para lucirse ante Sergio. Su plan era deleitar a los invitados con sus tangos y milongas entre antipasti, primi piatti y dolci, para convencer al conde de patrocinar su próxima gira por Italia.

      Sobra decir que las cuatro horas degustando la exquisita cocina de Mariangela y su mamma, quien le había enseñado este arte, terminaron por conquistar el corazón de Sergio… o su panza. Conde y cantante sellaron con sendas grappas su pacto: Mario prometió abrir a Sergio las puertas de la familia, a cambio de su gira artística.

      Resultó fácil ganar la aprobación del padre, atormentado por su conciencia desde que había forzado el matrimonio de Pietra y Teodoro. Pronto autorizó los paseos juntos a las dos parejas, y Mariangela, vulnerable y despechada, cayó rendida ante el encanto del conde, gracioso y buen mozo.

Seis meses después, tras regresar Mario de su gira italiana, se celebró la boda de Mariangela y Sergio, pues en el sur era inconcebible una fiesta sin cantante. Y fue así como la vida de Mariangela cambió para bien… o para mal. El destino no había terminado de jugarle todas las malas pasadas que le deparaba.

      Nueve meses después nació Gino, tras un embarazo complicado que la obligó a guardar cama varios meses, y proporcionó a Sergio la excusa perfecta para continuar el jolgorio habitual. Feliz por haber logrado perpetuar su apellido con este varón, Sergio mostró interés por el chico inicialmente, pero la bebida y las mujeres ejercían una atracción mucho mayor. Pasaba días enteros desaparecido, y regresaba a casa sin un céntimo y apestando a alcohol.

      El abandono y la humillación que sufría Mariangela llegaron a oídos del padre, quien tomó cartas en el asunto: Pietra y Teodoro habían emigrado a América del Sur, y allí fueron a dar Sergio y Mariangela. El poco dinero que no había alcanzado a malgastar el conde alcanzó para arrendar una casita pequeña en el campo. Sergio, habiendo dilapidado su fortuna, y alejado de tentaciones mundanas, aprendió con el dueño de la tierra los rudimentos de la agricultura a cambio de un salario modesto, y empezó a cultivar patatas. Mariangela agradeció al destino por haberle cambiado la vida de nuevo.

      Cuando Gino cumplió cuatro años, su padre le invitó a acompañarle a arar la tierra con el tractor, aunque no lo dominaba muy bien. Subió al chico en la parte delantera y arrancó… demasiado rápido para evitar el mortal accidente que acabó con la vida del niño.

      Inconsolable, Mariangela lloró sus ojos durante semanas, y Sergio se las ingenió para volver a sus andanzas. Cuando se le terminaron las lágrimas, decidió que era hora de cambiar de nuevo tan maldito destino, y recuperar a su marido. Se mudaron a la capital, a casa de su hermana Pietra, y sacándole partido al título noble de su marido, encontró trabajo para ambos. Él, como diplomático, y ella como «caterer» de especialidades italianas, para las embajadas. El negocio prosperó y se mudaron a su propia casa, donde nació su hija, Pinina. El destino le sonreía de nuevo, pero pronto dejó de hacerlo, pues un cáncer insidioso condenó a Sergio a vivir postrado, y ella tuvo que disminuir poco a poco su actividad para cuidarle las llagas a su marido, hasta que finalmente falleció. La vida de madre e hija cambió de nuevo, aunque esa es la próxima historia.

 

COMENTARIOS:

 

– No me cuadran muy bien las épocas 🤔

– Joder, alguien ha empezado bien marzo, eh?

– Me parece digno de admiración el empeño que pone en mantener su matrimonio

– A la historia le falta mucho trabajo

– Dios no! Otro serial noooooooo! 🙈

 

Lady

…hidrató sus labios con cacao y acabó dándole una buena nota al rostro y la picardía que este mostraba reflejados en el espejo…

Lawliet

… la niña seguía triste, y le dijo que si pudiera empezar de nuevo, elegiría no nacer …

Panoramix

… le urgía encontrar un nuevo «patrocinador» de su holgazanería …

Sarah

… Su vida no había sido perfecta, pero era la que conocía. Le gustaba levantarse cada día sabiendo que todo estaba bajo control. Pero el control nunca lo había tenido ella. …

Mafalda

… «¡Que le abra el del quinto, que está todo el día pidiendo paquetitos por Internet!», …

Mafalda

… me acabo de enterar de que puedo contactar con los vivos en ocasiones especiales …

Cojonciano

… viuda que invoca mediante la ouija a su difunto esposo al que asestó 5 puñaladas mortales de necesidad porque no soportaba más sus pedos …

Olafo

… Un espacio para despojarnos de la adultez, un momento en donde la adolescencia se repetía por arte de magia …

Olafo

… Ante los ruidos de la muerte, con la angustia más insoportable, Andrés corrió ante el cuerpo tendido de Nicolás …

Tintín

… aquel rostro sudado, con el pelo empapado que ya a duras penas conseguía mantenerse recogido, aquel rostro de guerrera exhausta pero tranquila, …

Mickey

… después de aquel beso que le supo a infierno, pero que él sintió como el mismo cielo, después de haber quebrado el silencio con brutal desenfreno …

Jeremías

… Dejaba atrás el pasado, su pueblo de calles de barro, casas de miseria y viejos tristes …

Jeremías

… Pensó morir, pero a veces la vida es más fuerte que nuestros deseos. El instinto de supervivencia aparece cuando menos esperamos y nos arranca del abismo, y de esa oscuridad en la que llevamos tiempo habitando …

RELATO 1 – LADY X

 

Ese mismo día, su vida cambió. Se trataba de un chequeo rutinario, de esos que da mucha pereza hacerse y que aunque todo vaya bien, guardan ese pequeño porcentaje de riesgo del «qué pasará», que ocupa todo. Hacía dos años que estaba fuera del peligro de las garras del cáncer que le enseñó a amar la vida y a sí misma.

      Esa mañana, a Lola le apetecía pasar por el bar donde le encantaba cómo servían el descafeinado, antes de su cita en el hospital. Le pillaba de camino. Aparcó el coche en la acera de enfrente de la cafetería, se miró en el espejo retrovisor, hidrató sus labios con cacao y acabó dándole una buena nota al rostro y la picardía que este mostraba reflejados en el espejo, se gustó y se sonrió a sí misma.

      Al cruzar el paso de peatones para ir hacia la cafetería, solo recuerda el brusco sonido de las cubiertas de un coche derrapando en el asfalto en un intento desesperado de frenazo. La continuación de su vida con consciencia se dio un mes después, cuando despertó del coma.

      Con el cerebro aún aletargado y la visión borrosa, los médicos le dijeron que estaba bien, que no sufría de ningún traumatismo, y que observarían su evolución durante las siguientes cuarenta y ocho horas. Cuando las hermanas de Lola pudieron entrar a verla, se lo contaron impacientes y desbordantes de alegría. Por el atropello, y considerando su estado entre la vida y la muerte, había recibido una más que considerable cantidad de dinero. Ya no tendría que  hacer más ese trabajo mecánico durante ocho o doce horas al día, dependiendo del período del año, en el almacén de envases de hortalizas. Sus hermanas ya habían liquidado la hipoteca que a Lola le quedaba por pagar de su casa, y le habían comprado un chalecito con jardín, orientado al sur, cerca del mar, como sabían que le encantaría.

 

COMENTARIOS:

 

– Ehm… y ya? 🙁

– Muy bien Lola! Que seguro que el conductor iba mirando el móvil!!

– Pocas ganas de escribir. 😉

– Buena la idea del «feliz accidente», aunque el desarrollo se queda un poco corto. El final ha quedado un poco demasiado condensado.

– Interrumpido? 🤔

– Poca historia hay aquí. 😉

– Qué rápido, no? Así, sin juicio ni nada… 😏

 

RELATO 2 – L. LAWLIET

 

Ese mismo día, su vida cambió. Y es que la lluvia caía sin piedad sobre la ciudad, lo cual no le gustaba. Escondida entre las sábanas, se preguntaba qué era el miedo, de dónde venía, por qué lloramos los humanos y, sobre todo, por qué no podía dejar de hacerlo ella. Se levantó y buscó su lucecita favorita, esa que proyectaba planetas en cualquier superficie. Siempre elegía Neptuno porque su azul oscuro, aunque brillante al mismo tiempo, la calmaba. Perdida en su mundo de fantasía, empezó a imaginar un planeta lleno de luz, mariposas y duendes mágicos con barbas largas. Hasta que uno le habló:

                —¿Qué haces levantada a estas horas de la noche?

                —No puedo dormir.

                —Eres una niña, ¡vete a dormir!

                —Pero no puedo. ¿Me puedes contar una historia?

                —Siempre «duende, haz esto», «duende, haz lo otro». Nadie pregunta nunca cómo estoy, ni nada. ¿Quieres una historia? Pues historia vas a tener, pero ojo, este no es tu típico relato.

                —Gracias.

                —Había una vez un mundo donde no había agua. Tenía 7 lunas y 2 soles. Los días duraban semanas y, las noches, meses. Allí vivía una niña triste, cuyo padre tenía una nueva novia. Ella no quería dejar de ser el centro de atención, como buena hija única que era. Sus amigos, todos con familias nucleares, no entendían su tristeza… Uf, qué sueño me ha entrado, así de repente…

                —¿Puedes seguir contándola, por favor?

                —Vale, vale, lo que sea por los niños, por Dios. Seguiré contándola hasta perdernos en la noche, ¿de acuerdo? Un día, la niña conoció a un niño simpático en el parque. Como jugaron durante todo el día, terminaron hablando de sus familias. La niña le dijo «mi papá ha vuelto a enamorarse». El niño, cuya mamá tenía una nueva novia, le dijo que no había nada de malo en ello. Pero la niña seguía triste, y le dijo que si pudiera empezar de nuevo, elegiría no nacer. El niño le dijo que él sí que quería que ella volviese a nacer, porque le gustaba mucho su compañía y le aseguró que si su papá le daba un abrazo grande al llegar a casa, eso significaba que la quería mucho. Después de un rato más jugando, se despidieron, y cuando la niña llegó a casa, su papá le dio un gran abrazo. La niña, por fin, consiguió estar feliz.

                —¿Por qué interrumpen mis lágrimas?

                —Porque esa niña se parece mucho a ti. Pero no hay nada de malo en ello. Simplemente tienes que saber que tu papá te quiere mucho y, a veces, tienes que intentar ver las cosas de otro modo.

                El duende se evaporó en menos de un segundo. La niña vio su póster preferido de la habitación, ese que rezaba: «visita otros mundos». Así que giró el disco de la lucecita y proyectó a Saturno. De repente, entró su papá, encendió la luz y le dio un abrazo y un beso.

                —Papá…

                —¿Sí, cariño?

                —¿Puedes apagar la luz?

                —Claro, mi amor, buenas noches. Te quiero.

                —Yo también te quiero, papá.

                Ese mismo día, su vida cambió. La niña se durmió y su papá se quedó mirándola, disfrutando de ese momento que sabía que, tarde o temprano, no podría volver a disfrutar.

COMENTARIOS:

 

– Sublime. Fenomenal. Muy bien traído eso de usar todas las frases publicadas. Un genio. Un grande entre los grandes.
– Nota del Comité: se nota que el comentario anterior es del autor? 🤔
– Buena capacidad para ir hilando las frases de otras ediciones.
– Muy imaginativo, te lo has «currao» 👍
– Muy previsible, recurso demasiado utilizado ya a estas alturas
– Aunque te quedas sin saber muy bien cuál es la temática principal del relato, han quedado bien encajadas las frases anteriores.
– El viejo truco de recurrir a las frases pasadas… aquí más de una metida con calzador 😉

RELATO 5 – LUKY LUKE

 

Ese mismo día, su vida cambió. Tienes sífilis, le dijo el médico sin mover un músculo de su cara.

      ¿Pero cómo? ¿Cuándo? ¿De qué manera? ¿Cómo es posible? ¡¡A mí no!!

      Apenas llevaba unas semanas en Escocia. Estaba acostumbrándose al clima, a las moquetas, al té, y una tarde en la ducha notó una heridita en la punta del pene. Era una llaga pequeña que le escocía y le molestaba al orinar. Después de investigar cómo podía tener atención sanitaria, se presentó en ese consultorio, con su precario inglés, y le dieron la noticia que le cambió la vida. ¿Qué hacer ahora? Todo se le salía del tiesto, estaba desbordado. Pensó en aquella noche en el pub, en aquel escocés rubio y musculoso, cómo se enrojecían sus mejillas haciendo resaltar más sus azules ojos, las susurrantes palabras al oído, y la apasionada noche de amor que vino después. Ese día no hubo preservativo. Sí en la penetración, pero no en el sexo oral. Lo reconocía, siempre fue su debilidad.

      Ahora apenas entendía al médico y sus explicaciones. Que si inyección de penicilina, derivación a médicos de infeccioso… ¡¡¡Noo!!! Se aturulló.

      Todo aquello pasó. Se curó. Su preciosa sonrisa volvió a resplandecer en las noches escocesas. Encontró una maravillosa pareja. Ganó mucho, mucho dinero. Al principio no, pero luego sí, y compró varias casas en su ciudad natal, Málaga.

      Un buen día, cansado del clima, después de la separación de ese escocés digno de un capítulo de Outlander, decidió volver a España. Ya no necesitaba trabajar, tenía apenas 40 años y vivía de las rentas. Había conseguido realizar su sueño. No tenía novio, pero no le faltaban ocasiones para amar. Y de repente, otra vez esa llaga en la punta del pene, ese escozor fino y punzante que le advertía, y otra vez el terror. ¡No puede volver a cambiar mi vida!, se decía.

      Esta vez el médico era bastante más amable, una doctora española simpática, comunicativa, que le explicó todo. La sífilis se había vuelto a reactivar. No era una reinfección, la analítica así lo demostraba, era una reactivación. Algo no hicieron bien en Escocia, el tratamiento no funcionó del todo, y después de diez años otra vez estaba ahí esa diminuta llaga, llena de escozor e incertidumbre.

¿Pero cómo puede ser? Y sobre todo, ¿cuánto tiempo voy a estar sin sexo otra vez? ¿Un año de abstinencia? ¡Nooo! ¡Imposible! Esta vez no podría aguantar.

      Estuvo andando un rato hasta llegar a su casa. La noche estaba fresca, corría una suave brisita, salió al patio. Andrés, su amigo más íntimo, estaba tumbado en una mecedora y lo miraba con ojos tiernos. Se lo contó todo: Escocia, la llaga, el miedo. Andrés se asustó un poco. Quedaron en ir al día siguiente juntos a un centro especializado, no estaría solo. Le sorprendió cómo un ser tan dulce podía ser tan valiente y decidido.

      Después de todo, esta vez había encontrado el apoyo y la empatía de algunas personas. Comparó lo distinto que había sido diez años atrás. Algo de esperanza empezaba a inundarlo, y algo de alegría también. Sí, esta vez iba a ser diferente. Se aseguraría bien de que esa maldita bacteria desapareciera para siempre de su cuerpo, y que no volviera nunca más a cambiarle la vida.

COMENTARIOS:

 

– Eso te pasa por pecador!! 😠
– Este no se llamaba Santi de casualidad?
– No había visto los anuncios de «Póntelo, pónselo», se ve que en los 80 ya estaba en Escocia…
– Una historia sin mucho que contar
– Historia un tanto descosida
– Suena a historia personal, pero un poco borrosa y descosida 🤔

 

RELATO 8 – OLAFO

 

Ese mismo día, su vida cambió. Cada año nuestro grupo de amigos del colegio celebraba una reunión en alguna de nuestras casas. Solo nosotros. Prohibidas las novias o esposas. Llevábamos 35 años celebrando una magnífica amistad, aquella de la juventud. Éramos un grupo de 10 locos que nos queríamos como los hermanos que uno elige. Todos nos veíamos constantemente a lo largo del año, pero esa era nuestra noche. Un espacio para despojarnos de la adultez, un momento en donde la adolescencia se repetía por arte de magia. Los mismos cuentos de todas las cagadas, las mismas carcajadas, los mismos abrazos, siempre la misma música, empezando por Led Zepelin, Stones, Queen, Prince, Dire Straits, Van Halen, Miguel Mateos, Espineta, Toreros Muertos, Charlie García, Kravitz, Africa, Motley Crue, Journey, etc. Nadie nos sacaba de ahí.

      Lo que sí cambió fue la calidad del trago y la comida. Antes había que hacer rendir la platica para asegurarse una buena pea, por lo tanto era a punta de cerveza, ron barato o aguardiente, para rematar con un perro caliente que sabía a gloria. Ahora la vaina era más sofisticada: whiskey 12 años y menús variados.

      Ese día viernes le tocó a Juan Pablo ser el anfitrión. Su esposa se fue de fiesta también y a sus hijos los mandó a dormir donde la suegra. A las 8:00 pm ya estaban todos, menos Nicolás, que trabajaba como loco y siempre llegaba tarde a todo.

      La mesa del comedor estaba llena de arcas con sushi. De los parlantes salían ondas de Tu agüita amarilla de Toreros Muertos. Todos con vaso en mano cuando, a las 9:30 pm, llegó Nicolás con unas ojeras y aire de preocupación que a todos nos llamó la atención. Antes de cualquier pregunta, se salió por la tangente de una diciendo: —¡Que empiece la rumba!

      Se sopló un trago en fondo blanco, después otro, al cuarto empezó a bailar como loco, su cansancio se había transformado en jovialidad por unas horas, hasta que se sentó en el sofá de la sala ya muy borracho a la una de la mañana. Los demás estaban prendidos gozándose la fiesta. Media hora después, Nico le solicitó a Andrés que se fueran juntos. Eran vecinos y la distancia de sus casas estaba a 10 minutos caminando. Se despidieron, Nico muy jalado. Andrés estaba bien.

      Llegaron a la Carrera Séptima de Bogotá con calle 78 rumbo al norte. Caminarían hasta la 84 para cruzar la carrera y bajar dos cuadras, Nico extrañamente muy callado, y Andrés rendido a establecer una conversación. El tráfico se ausentó de pronto en la calle 81 mucho antes del semáforo y Nicolás sorpresivamente le dijo a Andrés: —¡Pasemos!

      Nico cruzó como una cabra. Andrés se quedó congelado observando cómo venía una moto a gran velocidad embistiendo a Nicolás salvajemente. Ante los ruidos de la muerte, con la angustia más insoportable, Andrés corrió ante el cuerpo tendido de Nicolás. Más allá, el cuerpo del motociclista, y mucho más lejos, la moto desintegrada.

      Nicolás estaba tendido, destrozado, sangrando por todas partes. Andrés lloraba y gritaba por ayuda dándolo por muerto. Antes de ninguna llamada, pasó una ambulancia por casualidad. El enfermero detectó vida en Nicolás. En medio de los curiosos y el caos llegó la policía. Un peatón que se decía médico se acercó a la ambulancia diciéndole al enfermero que el motociclista estaba muerto. Con todos los protocolos, subieron a Nicolás a la ambulancia, con Andrés de acompañante. Rumbo a la clínica del Country a 10 minutos. Andrés llamó a Juan Pablo para dar la noticia.

      Ya en la clínica, todo estaba bajo el máximo esfuerzo para salvarle la vida. En la sala de espera, su esposa, sus dos hijos, sus padres, nosotros.

      Pocos huesos quedaron intactos. El cráneo no fue uno de ellos. El cerebro inflamado, los pulmones perforados, él inducido a coma. Fue un milagro que conservara la vida. En una lucha de meses de cirugías, fisioterapias, tratamientos… Nico salió adelante postrado para siempre en una silla de ruedas.

      Esa noche fue la última vez que caminó. Pero no se nos fue.

COMENTARIOS:

 

– Yo pensé que iba a contar que le cambió la perspectiva de vida y dejó de trabajar tanto 🤔
– Madre mía con los grupos de música, ya tenemos una edad, ehhh???
– Buen relato, duro pero realista.
– Llegó mal, pero salió peor
– Nos quedamos sin saber qué le preocupaba tanto a Nico
– Uf, hay tanto detalle que suena a historia personal 😥

 

RELATO 9 – TINTÍN

 

Ese mismo día, su vida cambió, cambió para siempre y muy a su pesar. Porque ella no había pedido nada, ni siquiera fue de las voluntarias. Sabía como todas que el acierto podría llevarla a la gloria, y que no era poca cosa. ¿Cómo no iba a ser legítimo soñar con un cachito de gloria, de esa gloria siempre reservada a los hombres? Y sin embargo ella no aspiraba a eso. Sabía que ya habían llegado muy alto, y que aquello iba mucho más allá del simple deporte. Habían luchado mucho por llegar hasta allí, habían conseguido ganarse la atención de la gente, de los medios, de la sociedad en general e incluso de la clase política, aunque esta siempre por sus propios motivos, nunca desinteresados. No, ella no estaba ahí por la gloria. Estaba ahí por pasión, porque era lo que siempre le gustó, desde pequeñita, cuando corría detrás de sus tres hermanos mayores tratando difícilmente de atrapar aquella pelotita de colores; desde adolescente, cuando empezó a ser mejor que ellos y a despertar la curiosidad de los clubes locales. Ella estaba ahí también por rebeldía, contra una familia que insistía en que sus esfuerzos y su dedicación eran vanos, que aquel era un universo cerrado y que las mujeres jamás pasarían de ser una curiosidad exótica.

      Jamás pensó que aquel fallo le costaría tan caro. Si algo bueno tenía ser mujer en aquel entorno era que, si bien las victorias apenas hacían ruido mediático, tampoco lo hacían las derrotas. Ellas ni se aproximaban a los sueldos de sus compañeros masculinos, pero al menos tampoco tenían que sufrir la presión de la fama, el no poder ir al supermercado sin que te abrumen pidiendo selfies, ni los insultos en las redes sociales, porque no eran nadie, no existían, a nadie les interesaban.

      ¿Por qué la tuvieron que elegir a ella? Es cierto que dos de las habituales habían sido sustituidas, por lo que no podían tirar. Pero había compañeras mucho más veteranas, que se supone que tenían muchos más galones y que tendrían que ser las elegidas, mientras que ella era una joven que estaba empezando a despuntar. Había hecho un gran torneo, cierto, pero poner en sus pies el desenlace de un campeonato del mundo, la ilusión de todo un país que de pronto se dio cuenta de que a esto no solo juegan los hombres, poner en sus pies la responsabilidad de convertirla poco menos que en abanderada del empoderamiento femenino, era algo enorme. Ella no estaba ahí para eso, ella solo quería jugar al fútbol, y ganar un partido, un simple partido de fútbol.

      Quizá fue esa la razón por la que el entrenador la eligió. Porque aquel rostro sudado, con el pelo empapado que ya a duras penas conseguía mantenerse recogido, aquel rostro de guerrera exhausta pero tranquila, no reflejaba la tensión, el miedo, el pánico de sus compañeras.

      Así que ella fue la encargada de tirar el último penalti, el que decidiría la final. Y la portera se lo atrapó. Y su vida cambió. Fue solo un puntapié a una pelota, que tenía que entrar en una jaula blanca, pero que se encontró en su camino a una longilínea teutona.

      Si la sociedad masculina relativizó el evento, quizá en cierto modo respirando aliviada por aquella fallida amenaza a su hegemonía, la femenina no se anduvo con chiquitas. Ese día, tertulianas televisivas, políticas y toda hija de vecina en general, las mismas que antes utilizaron a aquellas chicas como modernas Agustinas de Aragón para la causa, decidieron que se había perdido una oportunidad única, irrepetible, de visibilidad, de empoderamiento, de equidad… incluso de venganza.

      No es un mundo de hombres. Es un mundo de hienas. Ella solo quería jugar al fútbol.

COMENTARIOS:

 

– Le iba a poner un diez, pero llegaron los dos últimos párrafos que me fastidiaron la historia 😥. La mujer como la peor enemiga de otra mujer es demasiado rancio ya
– Triste realidad
– Parece que el fútbol es lo de menos
– Bien escrito, aunque el cuerpo del relato es de mejor calidad que el final 🤷‍♀️
– Qué bien escrito! Me ha encantado! Y es verdad, a veces nosotras no somos mejores que los hombres. Queda tanto por hacer… pero lo lograremos!! 💪💋

 

RELATO 10 – MICKEY MOUSE

 

Ese mismo día, su vida cambió. Después de que Santi se sentara a su lado en el bar del prostíbulo con astucia maquiavélica para emborracharlo y aprovecharse de su soledad y confusión sexual, después de aquel beso que le supo a infierno, pero que él sintió como el mismo cielo, después de haber quebrado el silencio con brutal desenfreno, Pedro despertó en aquel cuarto húmedo y con tufo de rinoceronte. Eran apenas las siete de la mañana cuando sintió la puerta. Aminta regresaba de su turno y le hizo levantarse.

      —Vamos, hombre, que necesito mi cama. Pedro se levantó, tomó su chaqueta y salió del cuarto, todavía adormecido y con amnesia total.

      —Vaya borrachera te diste —le dijo sonriendo al salir el dueño del bar—. Hasta hablabas solo.

      Mientras tanto, Romina había viajado la noche anterior a su pueblo. Había recibido una misiva poco común de su hermana hacía algunas semanas. Últimamente había sentido nostalgia por los suyos, y tal vez por eso estaba viendo a Santi por todos lados, pensó. Tenía la corazonada de que algo andaba mal. Después de aquella pesadilla con Santi, había escrito a su hermana para que la fuera a buscar a la estación del tren. El camino al pueblo fue relativamente corto, aunque el ruido de la transitada máquina no la dejaba dormir. Pero sus pensamientos sobre su nueva vida con Pedro la ilusionaban, y aún más, lo que le diría a Santi cuando lo viera al llegar al pueblo le hacía sentir satisfacción. Fantaseaba con restregarle a la cara que ya no sufría más por él, aunque en el fondo sabía que aún lo amaba.

      Con los ojos hechos agua, abrazó a Matilda, su hermana, que la esperaba en la plataforma del ferrocarril de aquella humilde aldea. Caminaron por la empedrada calle de gancho. Matilde hablaba y reía, feliz de contarle los planes de su próximo matrimonio y los chismes de las vecinas. Al pasar al frente del portón de hierro de la iglesia mayor, Matilde la abrazó y, con voz temblorosa, sin saber cómo decirle, la haló y le pidió que la acompañara. Romina la miró sorprendida, pero accedió sin resistencia, con cierta emoción incluso, a la invitación de su hermana. Empujaron las dos con fuerza el portón de hierro y entraron por la rendija que habían abierto. Era muy temprano, apenas estaba saliendo el sol. El custodio del cementerio no llegaba a menos que hubiera algún entierro. El cementerio siempre fue el sitio secreto donde los chicos del pueblo se reunían a hacer travesuras, o las adolescentes se entregaban a sus noviecitos precoces. Romina y Matilde conocían perfectamente bien cada pasillo, cada columna, ya que habían pasado buena parte de su niñez allí.

      En uno de los campos abiertos de los jardines, donde el suelo estaba cubierto de lilas y el aire olía a yerba fresca bajo los primeros rayos del sol de aquella suave mañana, las hermanas se detuvieron frente a una lápida de mármol que leía:

      «Santiago Fernando Sáenz.

      Octubre 26, 1992 – Junio 19, 2022.

      Ahora estoy muerto, pero no me he ido; piensa en mí. Te veré allí, no te he olvidado. Aún sigues dentro de mí. Volare, oh, oh, oh, cantare, oh, oh, oh»

      Aquel descubrimiento no solo desafiaba sus concepciones sobre la vida y la muerte, sino que al mismo tiempo planteaba posibilidades de que existieran otras dimensiones. Romina estaba casi segura de que Santi era el que había visto bajo su ventana en la ciudad, y eso había sido apenas unas semanas atrás. Sintió que el suelo se hundía, que este regreso a casa era un viaje a lo desconocido. Una aventura donde el pasado y el presente se volvían difusos pero se adherían, y cayó al suelo desmayada.

 

COMENTARIOS:

 

– Se me empieza a hacer bola esta historia, y al mismo tiempo espero con intriga cada nuevo episodio de la vida de Romina
– Pedro con Santi… Romina con Pedro pero enamorada de Santi, que al final estaba muerto… uff, lo siento, me he perdido. 🤔
– Por intentar crear o mantener el suspense, se crea a veces confusión, y no queda clara la historia
– Pues a ver cómo rematas esto 🤷‍♀️

 

RELATO 11 – JEREMÍAS

 

Ese mismo día, su vida cambió. Acababa de bajar del avión, llevaba apenas una pequeña maleta con lo imprescindible, un gran baúl de sueños y esperanzas, atrás una pesada mochila de recuerdos y nostalgia, y ante todo, esa terrible herida en el alma que jamás terminaría de cerrar.

      Dejaba atrás el pasado, su pueblo de calles de barro, casas de miseria y viejos tristes. Poco a poco los jóvenes habían ido emigrando, la mayoría hacia Estados Unidos. Algunos habían regresado en cajas de madera sin llegar siquiera a conquistar la meta, pero otros sí lo consiguieron, olvidando sus orígenes y a sus mayores. Ella  nunca pensó en abandonar el lugar que la vio crecer. Adoraba ese horizonte claro y esa magia de colores fruto de la gran variedad de flores que emergía de esa exuberante vegetación. Pero la alegría, inherente a la despreocupación de la niñez, hacía tiempo que se había esfumado.

      Ese valle bello pero maldito que le tocó en suerte, en las raíces de la miseria, agarró primero el azote de la guerrilla que a tantos jóvenes sacrificó, y después el infierno de las drogas, donde pasaron a ser esclavos de grandes mafias y víctimas de las diferentes maras. La sociedad se había ido degradando hasta tocar fondo. Todos implicados, víctimas y verdugos; nadie vivía indiferente o al margen. No existía posibilidad alguna de escape.

      En una vana ilusión, en un momento de espejismo, pensó que su suerte iba a cambiar, pero había confiado en la persona equivocada. Se entregó en cuerpo y alma a un amor desgarrador y violento que acabó con todo, que arrasó su vida llevándose el fruto de sus entrañas y con ello su vida misma. Pensó morir, pero a veces la vida es más fuerte que nuestros deseos. El instinto de supervivencia aparece cuando menos esperamos y nos arranca del abismo, y de esa oscuridad en la que llevamos tiempo habitando.

      Así fue como nuestra protagonista pasó de estar meses en una cama de hospital, abandonada a su suerte, entregada a su tristeza y sintiendo cada día esa caída a los infiernos a, por un golpe del destino, un giro inesperado e imprevisible en la veleta, bajar de un avión, lejos de su casa, sin nadie conocido y en un día gris y frío pero con una luz radiante en el futuro. Era posible que la palabra futuro volviera a formar parte de su vocabulario.

      Tan solo llevaba un nombre y una dirección, pero ni siquiera le hicieron falta. Fue toda una sorpresa. Al salir al hall del aeropuerto encontró una mujer que portaba un folio con su nombre y apellidos y un gran ramo de flores. No lo podía creer, pero la persona que había conocido en esos días negros se ofreció a darle una oportunidad. Estaba allí, había ido a recogerla con su amplia sonrisa.

      Tal como le explicaron, primero pasaría unos meses en un santuario de almas hasta sanar la suya. Compartiría experiencias, conocería a más mujeres luchadoras y supervivientes. Y ya restituida y fuerte tendría la oportunidad de construir una vida. Tendría que trabajar duro, pero eso no le asustaba.

      Por fin podía contar con un ángel de la guarda, que miraba por ella, así como todos los voluntarios de esa ONG empeñados en hacerle la vida más fácil, y sobre todo, en hacerla sonreír y creer que era posible mirar hacia delante con ilusión.

 

COMENTARIOS:

 

– Está muy bien pero le falta un poquito más de historia
– Me gusta lo positivo del relato.
– Una historia optimista
– No se sabe bien de qué va el relato, ni se entiende muy bien cómo empieza ni dónde termina 🤔
– Me gusta más la primera mitad