


Relato 2
EN PIE CON EL PUÑO EN ALTO

—Una palabra tuya bastará para salvarme.
—¿Cómo dices?
—Pues eso, una palabrita de nada…
—Una palabra, una palabra… a ver, es que palabras hay muchas, no sé yo a qué te refieres.
—Hombre Rose, no sé, mírame cómo estoy.
—Si yo te entiendo Jack, no te creas que no, pero es que esto es muy pequeño, aquí sitio sitio… lo que se dice sitio no hay.
—Es que te… te… tengo un frío…
—Pues sí, está fresca la noche, la verdad.
—Hombre, también es que estamos en medio del océano, digo yo.
—También influye, no te digo que no.
—Bueno, “estamos”… estoy yo, porque tú estás ahí arriba y yo aquí abajo tiritando.
—Vaya hombre, te creerás que yo no tengo frío aquí sentada, que se me está quedando el culo como un témpano. Tú por lo menos tienes ropa, y yo aquí con este picardías de fulana.
—Pues la mar de contenta que lo llevabas… Bien provocativa que me mirabas, que se me cayó el pincel tres veces. Y poco guapa que estabas con el colgante al cuello. ¿O te vas a quejar también del colgante que te regalé?
—No si para el retrato quedaba muy chulo, no digo que no, pero vamos, que tampoco es que te arruinaras, que lo ganaste al póker en la cubierta de primera.
—El póker… no me hables del póker… ¡Maldito el día que me gané el billetito!
—Ah muy bonito. Ahora te arrepientes, ¿no? Te arrepientes de haberme conocido, de todo lo que ha habido entre nosotros, con lo que yo he pasado, ahí escondida en la sala de máquinas como un vulgar polizón, renunciando a mi familia, a mi posición, a un prometido que me ofrecía una vida de lujos y caprichos…
—Ro… Rose…
—Pero no. Yo como siempre, de romántica por la vida, empeñada en creer en el príncipe azul, dispuesta a dejarlo todo por amor, a olvidarme de clases y diferencias sociales, encandilada como una boba por esos ojitos, y esa sonrisa, y esa labia…
—Ro…se… te… ten… tengo…
—“Soy el rey del mundo”, “soy el rey del mundo”, ña ña ña ña ña… ¿Y yo qué soy? ¿La princesa del pueblo? Una reina era lo que yo iba a ser, hasta que te conocí, hasta que me abandoné a tus brazos en aquella cubierta… Y ahora el señorito dice que se arrepiente, que se tenía que haber gastado el dinero en la taberna en vez de montarse en el mastodonte este.
—Ro… Ro… tengo mucho fr…
—Qué bonito eh? Qué bonito. Siempre me pasa igual. Todos iguales, todos cortados por el mismo patrón!
—…
—Ya me has hecho llorar, y con el frío que hace…
—…
—¡Ay Señor, qué disgusto madre mía, qué disgusto…!
—…
—Jack, ¿me estás escuchando?! ¿Le estoy hablando a los icebergs o qué? ¡¡Míralo el tío, pues no se ha dormido…!!
COMENTARIOS:
– Jajajajajaja que maleducado Jack, que se duerme mientras Rose se desahoga
– Hay que reconocer el talento de no haberse dejado ni una sola escena del film. Ya ni me acordaba de la partida de poker.
– Se siente el frío.
– Mujeres! Nunca están contentas… 🙄
– Historia divertida aunque más que una palabra, lo que le bastaba a Jack era un hueco en la tabla


Relato 4
ODA MAE BROWN

Cuando nos encontramos en plena calle, una chispa saltó entre nosotros y algo casual que podía haber terminado en un tropiezo sin más dio lugar a una historia común. No sé si fue el encuentro de dos soledades, o quizás el destino. Lo cierto es que después de recoger todos los libros que andaban esparcidos por la acera, nos dimos nuestros teléfonos y empezamos a quedar, al principio con cierta distancia , pero según pasaban los días la adicción, debo reconocer que mutua, nos hizo aproximar más y más. Me despertaba con la mente fija en su nombre, me acostaba recorriendo mentalmente cada milímetro de ese inexplorado cuerpo. En tan solo dos semanas me despedí de mi asombrada compañera de piso y nos fuimos a vivir juntos.
Los primeros meses, supongo que como en cualquier relación, los dos nos mecíamos sobre un mar de nubes. Eran eternas las horas en el trabajo y en la universidad, diminutas las horas comunes. ¡Es tan relativo el tiempo! No había más universo que aquel que entre los dos éramos capaces de construir, aquel que éramos capaces de imaginar. Nos comíamos el mundo al tiempo que nos devorábamos nosotros. Éramos felices, inmensamente felices. La vida nos sonreía a pesar de haberle dado la espalda, solo había una posibilidad del cara a cara y eso estaba reservado solo para nosotros.
No me pareció extraño no conocer a su familia, no me pareció extraño la ausencia de amigos, no me alertó la falta de compañeros de trabajo. Todo mi universo era él, mi luz, mi guía, mi norte, mi camino.
Como en cualquier relación, y más supongo que esta que nació de la nada y fue un volcán, y como tal todo lo arrasó, los meses hacen sus ajustes. Pasamos sin sentirlo de la pasión desenfrenada a la rutina, de la rutina al aburrimiento y de ahí a la desconfianza, las quejas, los desplantes, los gritos y peleas, a los reproches continuos y sobre todo a los largos silencios, nada que ver con esos silencios llenos de ángeles que acompañaban nuestros primeros encuentros, no, ahora eran silencios llenos de rencor, llenos de hastío. Silencios como una manta de tristeza con la que cubrimos nuestras vidas, con la que nos arropábamos en la noche. Y así un día y otro, una semana tras otra sin ser capaces de romper ese vínculo nefasto, sin ser capaces de reconocer nuestro fracaso. Sin darnos cuenta de que éramos un par de desconocidos enrolados en la mutua destrucción.
Tenía que tomar la iniciativa, tenía que sacudirme todo ese espanto, salir de ese torbellino que nos succionaba, nos atraía con una fuerza aterradora hacia ese agujero negro, cada vez más grande, cada vez más potente. No sabes cómo, si el instinto de supervivencia o de nuevo el destino, por qué no, una mañana una fuerza desconocida se apodera de ti, la determinación guía tus pasos, no hay vuelta atrás. Decides romper las cadenas, salir al exterior, caminar. Salvarme yo.
– DESGARRADORAMENTE BELLO
– Hay que reconocer el exquisito estilo al escribir.
– Bien desarrollo, uno se imagina el silencio y el rencor
– La nefasta convivencia.
– Soberbio!! De lo mejorcito que he leído hasta ahora. Si no gana esta semana es que no tenéis ni idea de literatura ni de na!
– Un relato sobre la importancia de saber poner fin a una historia.

Relato 1
VIC VEGA
Una palabra tuya bastará para salvarme” rezaba yo en mi cabeza mientras miraba a aquel señor bajito y con poco pelo que, sentado frente a mí, examinaba un papel que explicaba en qué había consistido mi vida (la parte menos divertida) durante los últimos 5 años.
El hombre levantó la cabeza del papel y me miró con la expresión de Buster Keaton. Su cara no me daba ninguna pista sobre si lo que estaba leyendo le gustaba o no, pero yo sonreí como sonreía a mi madre al salir del dentista, con aquella sonrisa diabólica que mostraba mi decisión de haber puesto una goma de cada color en los brackets.
Mi madre siempre insistía en que fuera discreta en la elección de las gomas y yo siempre, siempre… no le hacía caso. No había estado sufriendo una infinidad de minutos con el dentista retorciéndome los dientes para encima tener una sonrisa metálica aburrida. Pero volvamos al presente, con mi yo actual plantado delante de una especie de Danny DeVito español y haciendo una mueca con la boca parecida a la de Rambo.
¿Por dónde iba? Ah sí… “Una palabra tuya bastará para… Espera… ¿Era salvarme o sanarme?” Si hubiera prestado más atención en las misas a las que asistí obligada (véase bodas, bautizos y comuniones) ahora no tendría este problema. Pero la verdadera pregunta es ¿por qué tarda tanto este señor en leer una cochina hoja de currículum?
—Bueno, bueno… —dijo, por fin, Tweedle Dee.
Y me vais a perdonar que no pare de ponerle motes, es que estoy nerviosa.
—Entonces… ¿Te gustaría trabajar aquí? —repitió.
¿Qué tengo que contestar a esto? Pensé: “Claro. Es mi sueño trabajar friendo trozos de pollos que han sido torturados y despedazados vivos y, por supuesto, no quisiera perderme la oportunidad de tener un accidente laboral que involucre un litro de aceite hirviendo y mi brazo”. Pero no dije eso.
—Sí, claro. Me encantan sus establecimientos. He probado su comida en Torrevieja, Denia y Benidorm y me interesa mucho cómo son capaces de mantener el sabor del pollo en cada sitio, garantizando una experiencia satisfactoria para el consumidor —dije.
El sonido de las palabras salía de mi boca, pero ese discurso me era ajeno. Sí, me gusta el pollo frito, culpable, pero esa fue la única verdad que dije.
—Como veo que has estudiado ciencias del mar pensé que te gustaría más estar, no sé, friendo sardinas… —dijo George Pig.
¿Es un chiste? No sé si me tengo que reír. Estoy más agarrotada que Neville Longbottom después de recibir un Petrificus Totalus, así que me limito a reproducir la sonrisa anterior como buenamente puedo y negar con la cabeza.
Aquí mi amigo, cuyo nombre real era y es Hilario David Sánchez, de la famosa cadena de pollo frito “Callosa de Segura Pollastre Fregit”, se estaba haciendo el remolón para decirme si me concedía el honor de llevar el delantal amarillo o iba a tener que ir llorando al banco para pedir un préstamo que me permitiera pagar el alquiler de mi zulo sin ventanas.
Yo, mientras, seguía rezando en mi cabeza… “En el nombre del padre del pollo, del pollo…”
—Contratada —dijo, por fin, el Coronel Sánchez.
COMENTARIOS:


Relato 6
SANDOKÁN

¿Cómo había podido llegar a imaginar que se enamoraría de semejante cursilería? Pero lo que nadie sabía era que para un chico como yo, flaco por no decir enclenque, ex monaguillo algo encorvado, y sin ningún atractivo especial ni físico, ni intelectual, esta “Carta a mi Mari” era mi flecha de Cupido para conquistar el corazón de mi Dulcinea, mi romántica arma secreta.
Aunque no resultó tan secreta –más bien desastrosa– , pues cayó entre las manos equivocadas del matón del barrio, quien la hizo pública leyendo mi dolida y babosa Carta frente a toda la clase… lo que me convirtió en el hazmerreír suspirador de todo el cole. Hasta mis padres se enteraron de cuál era la verdadera causa de lo que mi madre solía llamar «mi mal de amores». A partir de ese momento dejó de preguntarme por qué andaba por casa como alma en pena, pues era verdad que me pasaba día y noche vagando como un fantasma por toda la casa, suspirando por mi Mari…
Porque el enamoramiento me quitaba el hambre y el sueño. A los 12 años, cuando estás más enamorao que el Quijote, te crees que está a tu alcance hasta la chica más hermosa del cole, con su sonrisa Colgate perfecta, sus enormes ojos azules de heroína de Manga, te crees que eres hasta poeta, y que caerá rendida ante tus cursilerías.
Mas no, no es así. A veces ocurre que la bendita poesía (mira que me la había currao, que me salía del alma, vamos, ¡que me hacía llorar!), puede llegar a pudrirte la vida. Porque mi sueño Disney y mi princesa se habían convertido en una verdadera pesadilla, entre las burlas crueles de las niñas, las bromas pesadas de los amigos, y hasta la bronca de los profes («¡deja ya de causar tanto desorden!»). Tanto así que fui el «suspiritos» del pueblo hasta que me marché a la uni.
No volví a recordar ese apodo hasta que acudí a uno de los centros de vacunación de la pandemia, con tan mala suerte que caí desplomado en el cubículo (lo dicho, ¡en-clen-que!), segundos después de recibir la vacuna: rodillas de mantequilla, ligero mareo y, ¡al suelo!
Desperté tirado en una camilla con la mirada en órbita, y una carita de cachorro perdido. No sé cuánto tiempo estuve desmayado. Me sobresaltó de pronto un sonoro y jocoso: —A ver, a ver, ¿quién tenemos por aquí?
Aún algo atolondrado, observé cómo ella cerraba la cortina tras de sí, y quedé petrificado ante su mirada que me escudriñaba sonriente. Me devoraba con sus hermosos ojos azules, mientras que con su voz aterciopelada de enfermera jefe me preguntaba suavemente al oído:
—¿Quieres que trate de curarte ahora sí ese corazoncito suspirador?
COMENTARIOS:
– BONITA Y DIVERTIDA
– PORNO!
– Aquí hay tomate con la enfermera jefe!
– Voz aterciopelada de enfermera jefe? No hemos estado en los mismos hospitales!!
– El primer enamoramiento.
– Una auténtica joya. Enhorabuena!
– La vacuna de las segundas oportunidades.

El hombre levantó la cabeza del papel y me miró con la expresión de Buster Keaton
Tú por lo menos tienes ropa, y yo aquí con este picardías de fulana
Nadie le dijo que pasar de ser actriz porno a ser monja iba a ser fácil
Toda la vida trabajando y pagando más impuestos que Shakira
Y yo me enfado porque el vestido de presidiario no queda bien con mi Rolex
Me acostaba recorriendo mentalmente cada milímetro de ese inexplorado cuerpo
Eran eternas las horas en el trabajo y en la universidad, diminutas las horas comunes
No había más universo que aquel que entre los dos éramos capaces de construir, aquel que éramos capaces de imaginar. Nos comíamos el mundo al tiempo que nos devorábamos nosotros
Todo mi universo era él, mi luz, mi guía, mi norte, mi camino
Pasamos sin sentirlo de la pasión desenfrenada a la rutina, de la rutina al aburrimiento y de ahí a la desconfianza
Éramos un par de desconocidos enrolados en la mutua destrucción
A los 12 años, cuando estás más enamorao que el Quijote, te crees que está a tu alcance hasta la chica más hermosa del cole
Sus enormes ojos azules de heroína de Manga, te crees que eres hasta poeta, y que caerá rendida ante tus cursilerías
¿Quieres que trate de curarte ahora sí ese corazoncito suspirador?
Ahora tenéis un corazón de carne. Habéis pasado de tener un corazón de piedra a tener un corazón de carne
Los niños se entienden entre ellos, no como los adultos, que nos separamos minuciosamente por familias, por colores, por sexos… la cosa es separarnos
Ahora soy una mujer, tengo que salvarme sola
De entre las literas salían jóvenes imberbes que aún no habían tenido el tiempo suficiente para cogerle apego a la vida
Relato 3
WILSON

Sor Pilar llevaba un trajín muy grande prácticamente desde que se volvió monja. Ella pensaba que eso del celibato y la fe y toda la fiesta le iba a traer una paz interior muy sana comparándolo con su previo estilo de vida. Pero nadie le dijo que pasar de ser actriz porno a ser monja iba a ser fácil. Y ya no era por las fiestas, ni el alcohol, ni la compañía, ni pollas en vinagre (¡ja, ja, ha dicho polla!), era por el simple hecho de que se había prometido a sí misma que pararía de vivir una vida de frenesí y de locura. Para curarse y cuidarse y reflexionar sobre lo que sería tener una vida más tranquila. Y Jesús, su amigo, no le hacía ya ni caso. Literalmente pasaba de ella. Daba igual lo que Sor Pilar intentara hacer que, a Jesús, después de mudarse a Cuenca, no le importaba nada la vida de ella. Y no era porque Jesús era una mala persona, qué va, era porque Jesús estaba harto. Harto de escucharla hablar por los codos. Harto de sus continuas quejas y su desesperación porque él le dirigiese la palabra una y otra vez, cuando, como todo el mundo sabía, Jesús era hombre de pocas palabras. Incluso Sor Pilar lo sabía.
Pero llegó el día en que Jesús no podía más, así que simplemente hizo lo suyo, se cogió una cogorza monumental y desapareció. ¿Y que no va el chaval y no resucita ni al tercer día ni nada? ¿Pero qué clase de broma era esta? Sor Pilar estaba desesperada. Toda la vida trabajando y pagando más impuestos que Shakira, dejando que todos la salpicaran, para que, al final, cuando decidió convertirse a la fe de Cristo, va Jesús y no le habla. ¡Habrase visto!
COMENTARIOS:
– Bien traído lo de Jesús, sigo sin saber si es su compañero de verdad o un muñeco de madera.
– Ja, ja, ja..
– Divertidamente irreverente. No sé cómo entender eso de que Jesús se fue a Cuenca…
– La historia es más propia de la frase «Dios, ¿Por qué me has abandonado?» El vinagre y Shakira deslucen el drama de Sor Pilar

Relato 4
WENG WENG

Para salvarme de ir al trullo.
Bueno, basta de gilipolleces. La elección es suya y solo suya. Pero debe usted saber, señor juez, que tengo amigos importantes en las altas esferas, y que sabemos lo de su petición de ascenso a Jefe de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo. Llegados a este punto yo veo únicamente dos salidas, su excelencia: La primera, que tenga usted un «olvido pasajero» con las pruebas y los testigos y redacte una sentencia absolutoria. Usted asciende el mes que viene y para entonces los medios ya se habrán olvidado de la polémica porque estaremos en pleno mundial de fútbol y luego llegan las vacaciones. Y en su nuevo puesto podrá disfrutar de una prejubilación dorada persiguiendo catalanes y rojos por Europa y yendo de mariscada en mariscada.
O bien está la otra salida, donde se cree usted que es el puto faro de la moralidad de Occidente y esa otra pamema de que la ley es igual para todos. Y entonces me envía usted al mako y yo me enfado porque el vestido de presidiario no queda bien con mi Rolex, y descuelgo el teléfono. Y a usted le pasan cositas, y a su carrera le pasan cositas, y a su hija le pasan cositas en el colegio mayor donde va, y a su perro le pasan cositas cuando pasea por la calle para hacer… sus cositas.
Venga hombre, ¿a qué viene esa cara? Tranquilo, Paco. Te puedo llamar Paco, ¿no? No hace falta que nos tratemos de usted, que nos conocemos desde que éramos críos en el seminario.
Una sola palabra tuya bastará como colofón a la sentencia: Inocente.
Te veo el domingo en el club de polo. ¡Un saludo a Piluca!
COMENTARIOS:
– Los jodíos sobornos.
– Se ve que esta ha sido la semana de los Pacos
– Desgraciadamente creíble.

Relato 7
MILDRED HAYES

Momentos antes les había dicho que si sabían lo que era el bautismo, lo que iba pasar en la iglesia, y Pepe, el más pequeño me contestó:
—Librarnos del pecado original, ese que habían cometido Adán y Eva cuando no le hicieron caso a Dios.
Me sorprendió que supieran tanto de la Biblia y de sus enseñanzas, unos niños que siempre habían ido a colegios laicos, pero que ahora pon una decisión basada en la buena voluntad de sus padres habían empezado el curso en un colegio religioso.
Y ahí estábamos toda la familia bautizando a dos niños muy mayorcitos ya.
El cura nos dijo: ¿quién va a leer las escrituras? Y todos me miraron a mí. Nunca me ha importado hacer nada en público, hablar, decir cosas, no se me da mal. Y por primera vez en mi vida soy la madrina, que tampoco sé muy bien lo que es eso .
La ceremonia estuvo llena de símbolos, como las celebraciones de los caballeros templarios. Los cuatros colocamos nuestra mano sobre los hombros de los niños, rezamos y cantamos oraciones, y yo durante toda la ceremonia llevé una vela en la mano, la vela de Pablo, que debe permanecer con él hasta la primera comunión. No sé cómo lo vamos a hacer. Qué difícil.
El cura seguía hablando:
—Ahora tenéis un corazón de carne. Habéis pasado de tener un corazón de piedra a tener un corazón de carne. ¿Y qué significa eso? —le dijo el cura a los niños. Y los dos con los ojitos abiertos y un poco pasmados, no sabían qué contestar.
El cura les dijo: —¿Para qué sirve un corazón?
Y Pepe ya se lanzó: —Para querer mucho.
—¿Y a quien tenéis que querer?
Y ya Pepe, que estaba en racha, dijo: —A todos y a Dios.
Y don Miguel le dijo que estaba superpreparado, preparadísimo, que cómo sabía tanto, que ya podía hacer la comunión.
Después nos fuimos todos a un restaurante, frío, con un pasillo lleno de viento, donde nadie se quitó el chaquetón. Nos separamos minuciosamente por familias y no nos mezclamos. La familia de la madre a la izquierda y la familia del padre a la derecha. Empezaron a llegar los platos: carnes, pescados y nuestras parrilladas de verdura para los vegetarianos. Los niños estaban en otra mesa, porque en teoría los niños se entienden entre ellos, no como los adultos, que nos separamos minuciosamente por familias, por colores, por sexos… la cosa es separarnos, no juntarnos ni hablar con nadie que se salga de nuestro entorno habitual. Qué miedosos somos. En mi defensa, puedo decir que tenía mucho frío, y eso de andar moviéndome de acá para allá me daba un poco de pereza. Solo me moví al final para acercarme a mi hijo, el padre, y enseñarle un poema, su poema: “Tal vez me llame Jonás“.
Y él me dijo: —¡Mamá! ¿Otra vez?
COMENTARIOS:
– Todavía sigo intentando descifrar la frase final.
– Me quedo con la impresión de que hay algo que no he acabado de pillar en la historia…»
– Relato costumbrista de BBC.

Relato 8
LISA SIMPSON

—¿Pero qué dices de salvarte? Si solo ha sido un cortecito, y con los puntos ya está todo bien.
—Pero mamá, casi me desangro, los puntos podrían abrirse. Cántame lo del culo de la rana para sanarme de verdad.
—Qué peliculera eres. Ya eres mayorcita para estas cosas.
—¡Venga mamá!
—Sana sana, culito de rana, si no sanas hoy, sanarás mañana.
Recuerdo aquello mientras me acaricio la cicatriz de la barbilla que me dejó aquella herida y miro la mancha de sangre en las bragas, pensando que ojalá mamá pudiese cantarme aún aquello de “sana sana culito de rana” y hacerme sentir mejor.
No me ha escocido al hacer pis, así que imagino que la sangre no es de una herida, que viene de dentro. Me meto un dedo y sale lleno de sangre. Tengo ganas de llorar, supongo que esto es la regla, que ya soy mujer. ¿Cómo se dan cuenta los niños de que se hacen hombres? ¿Cuando les sale bigotillo? Qué suerte tienen. El bigotillo no les impide bañarse en la piscina en verano. Porque mañana no voy a poder ir a la piscina si estoy sangrando. Ya me podía pasar esto en octubre y no en julio. Vaya mierda. ¿Y ahora qué hago? Supongo que necesito compresas.
Papá está viendo la tele en el salón, pero mama se fue a la cama hace rato. Voy hasta su dormitorio sin hacer ruido, está dormida, si la despierto se va a enfadar. La llamo, pero no se mueve. Le digo que estoy sangrando “ahí abajo”. No sé por qué lo digo así, con vergüenza. “Ahí abajo”. Pero es cierto que me da vergüenza. Mamá se levanta de golpe y va directa al cuarto de baño, voy detrás de ella. Creo que me va a dar un discurso de lo que es la regla, pero solo me da una compresa y me dice que ponga la parte que pega contra la braga, que tenga cuidado de que no se me peguen los pelos. Sale del baño y me deja sola con la compresa y pienso que ojalá me hubiese dicho algo que me salvase de tener la regla, de hacerme mujer.
Me pongo la compresa con cuidado de que no se me peguen los pelos. Esos pelos horribles. ¿Ahora que soy mujer dejarán de salirme, o saldrán más? ¿También me crecerán las tetas? No me había dado cuenta de cuánto me habían crecido las tetas hasta hace unos días, en la piscina. Uno de los niños mayores, de la clase de mi hermano, me miró saliendo de la piscina y me dijo que se me habían puesto las tetitas gordas. Me hizo ilusión que un niño de 14 años se fijase en mí, pero más tarde entré en el vestuario de niñas y un grupo de niños entraron detrás de mí, arrinconándome contra las taquillas. Estaba el niño que me había dicho lo de las tetas, y también mi hermano. Me pidieron que les enseñe las tetas, pero yo no quería. Insistieron, decían que todas las chicas hacen topless en la playa, no hay nada de malo en enseñarlas, pero a mí no me parece que sea lo mismo. Miré a mi hermano esperando que dijese algo que me salvase. Pero no dijo nada, les reía los chistes, y yo tenía muchas ganas de llorar. Uno de los chicos me pellizcó un pezón y me lo retorció, grité y ellos se rieron.
Se fueron corriendo y riéndose cuando la madre de uno de ellos entró en el vestuario y los echó. Me preguntó si me habían hecho algo y le dije que no. En realidad, solo se habían burlado de mí y me habían dado un pellizco, supongo que no fue para tanto, aunque tenía muchas ganas de llorar. Me dijo que si se meten conmigo es seguramente porque soy muy guapa y le gusto a alguno de ellos. Pues preferiría no gustarle a ninguno.
Y ahora tengo la regla. Y mamá ha vuelto a la cama. No me dice nada que me salve. Ahora soy una mujer, tengo que salvarme sola.
COMENTARIOS:
– Estoy segura que más de un hombre habrá aprendido algo tras leer este relato.
– Los abusos, los habrá siempre, es cuestión de reflexionar por qué no reaccionamos
– Descripción realista y poética del despertar a la pubertad.
– ¿No hay un Tinder para cambiar padres y hermanos?
– Me ha dado un poco de repelús
– Es un relato crudo que provoca rechazo al principio pero que habla de una realidad que solo se deja contar de esa forma.

Relato 9
NORMAN BATES

Fue mientras sobrevolábamos tierra de nadie, y ya a pocos kilómetros del objetivo, cuando noté una vibración en el bolsillo interno de mi chaqueta: “brppp brppp brppp”.
Con el estómago revuelto por las turbulencias y con más bien poco interés, eché mano al móvil para descubrir un audio de Carmencita: “Paco, que he estado muy malita con el bicho ese. Me han tenido en la UCI dos semanas y ni ganas que he tenido de mirar el móvil. Pero ya estoy mucho mejor y no puedo dejar de pensar en ti. Que lo del ruso fue una tontería y que nunca le quise. Que al que amo de verdad es a ti. Paco, no hagas ninguna tontería, que te conozco…”.
Pero ya era tarde. Paco ya descendía por la rampa del viejo Airbus junto con el resto de los llamados “escuadrón kamikaze”.
COMENTARIOS:
– Paco es un poco imbécil haciendo estupideces solo por chantajear a la exnovia. De la que se ha librado Carmencita.
– Bueno, Paco siempre está a tiempo de desertar y volverse para casita. Que esto de la obediencia está muy sobrevalorado
– Paco Tonto
– Muy bien, quizá el más imaginativo de la semana. Solo el final me deja un pelín así así… Muy buena literatura para una tía tan simplona. Paco, estás mejor sin ella, créeme!
– Original. Pero a Paco le está bien empleado por jugar la carta de chantaje emocional

Relato 10
HUGO CABRET

Y una palabra tuya bastará para salvarme, Dios.
Donde quiera que estés, quién quiera que seas.
Te rezo desde mi humilde soledad.
Hace años que dejé de creer en ti.
Entraba a la iglesia y no sentía nada.
Era como una relación rota.
Lo bueno y lo malo de las creencias, al igual que los sentimientos, es que no se pueden fingir.
No dejé de creer, sin embargo, en las personas. Creía mucho en ellas.
Entretanto, Dios, nunca estaba presente en mi vida.
En mis primeras decepciones de la vida adulta empecé a dejar de creer en la humanidad también.
Poco a poco. Casi sin darme cuenta.
Al mismo tiempo empecé a creer de nuevo en Dios.
Era como una balanza que, según el día, se inclinaba hacia un lado u otro.
Un día me pregunté por esta dualidad “Dios – ser humano”:
¿Acaso no está Dios en cada uno de nosotros?
¿Acaso no somos un todo? ¿Un cúmulo de energía, con un mismo origen, esparcido temporalmente por el universo?
Estas preguntas me llevaron a otra dualidad: Las creencias y la ciencia.
¿En qué momento se separaron? ¿Por qué?
¿Por qué aceptamos que estamos formados por millones de átomos? ¿Acaso no hay que creer mucho para visualizar esto?
En la era de la decepción de la fe y las creencias, sentí que empezaba de nuevo a creer:
Creer me llevó a crear y creé toda una vida en base a mis creencias.
No me considero creativa pero, créanme, creo que llegué verdaderamente a hacer algunas buenas creaciones.
En mi proceso creativo me ayudaron otros creadores.
Creí en todas y cada una de las almas creadoras que me acompañaron.
Díganme ahora, si no creen ustedes, ¿por qué crean relatos cada semana en To be continued?
¿Acaso creen que alguien los va a leer?
Creo que, de alguna manera, una palabra vuestra,
mía,
tuya,
suya,
bastará para salvarnos.
COMENTARIOS:
– Pues ahí va mi palabra: Buen trabajo!
– Muy bueno.
– Nosotros también te queremos
– Un ensayo sobre creencias y creación pero lejos de ser un relato